Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

domingo, 4 de agosto de 2024

Opinión: Lecciones de Química por Bonnie Garmus




Feminismo, resiliencia, química, pasión, comida, perros, maternidad, carrera, luto, remo… ¿cómo refundir todos esos conceptos en una novela?, ¿cómo escribir una novela conceptual con tantos elementos dando vueltas? Eso me gustaría preguntarle a Bonnie Garmus sobre su exitosa ópera prima “Lecciones de Química” elevada a las repisas de las librerías y bibliotecas durante el año 2022.

A comienzo de la década de 1960, la científica estadounidense Elizabeth Zott desarrolla su investigación sobre la abiogénesis, una de las teorías que explica el origen de la vida. Sin pareja, ni hijos, nada contra los vientos, mareas y tempestades del Instituto de Investigación Hastings, y claramente, con triple esfuerzo al que debía hacer un hombre para arribar a los mismos resultados y reconocimientos. Dentro del centro de estudios conocerá a Calvin Evans, un preclaro científico que se lleva fácilmente preces, laureles y presupuestos de investigación, con el que establecerá una relación sentimental a través de la cual, la protagonista evidenciará las brechas de género y los prejuicios sexistas en el ámbito laboral y científico. Ya sea por la fuerza del destino o por el libre albedrío de los personajes, Elizabeth Zott se transformará en la conductora de un programa norteamericano de cocina, en el que mudará el énfasis y el lente con el que se había mirado históricamente a las amas de casa, por uno que las trata como seres pensantes, con plenas capacidades para leer e interpretar las clásicas recetas de cocina a través del lenguaje de las reacciones químicas. Maillard, cómo olvidarte.

Sin necesidad de entregar mayores detalles de la historia y los vuelcos que dan los personajes, es preciso entrar en materia crítica. En los primeros capítulos se dejan ver algunos ripios de redacción que tornan el relato algo gregario, con evidente escasez de métodos narrativos o técnicas literarias. Pero se perdona por ser una primera vez, por el valor de la autora en tomar el riesgo de contarnos una historia que vale la pena terminar y llevar su aventura a un claro acierto.

Amén de lo anterior, no es recurrente en las novelas consagradas que los autores desarrollen tanto un personaje, que ahonden profusamente en su pasado e historia para sacarlo de acción a menos de la mitad del camino. Si bien este punto se trata de corregir con el final de la novela, no deja de ser un flanco, una herida de la historia difícil de cicatrizar.

Es a la vez una obra estadounidense de tomo y lomo, en que hasta los perros pueden ser superdotados y disputar heroísmo a los protagonistas; los buenos rayan en la santidad y los malos son unos bellacos de edición limitada. Una estructura muy hollywoodense.

No parece hasta ahora que Lecciones de Química sea una historia digna de recomendación, pero sí lo es. Goza de un lenguaje y estructura simple, es entretenida, coherente, la voz y ritmo de la narración producen adicción, tiene galope, tiene cadencia, balance. Hay también una habilidad de poner a bailar armónicamente diferentes conceptos alrededor del concepto matriz que es la brecha de género en el trabajo y la sociedad en general. Muchos aspectos de la vida de la ser humana colindan y convergen, como una reacción química de los mejores aromas y colores; un matraz en el que se mezclan con dosis y medidas perfectas, como soluto y solvente, emociones, vida, muerte, maternidad, deporte, resiliencia, perseverancia, ironías, humor, amor, decepciones, machismo, violencia, pasión y sobretodo, química.

Spoiler: qué bueno que nunca trataron la configuración electrónica de los átomos, no podría haber terminado la lectura.

No es mi afán naturalizar patrones machistas, sólo constato un momento cultural determinado para cerrar esta opinión con la misma frase que Elizabeth Zott usaba al cierre de sus transmisiones:

Y ahora, niños, a poner la mesa, que vuestra madre necesita un descanso” (Garmus, B., Lecciones de Química, 2022).



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