Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

miércoles, 10 de mayo de 2023

Opinión: Retrato en Sepia por Isabel Allende

 


Retrato en Sepia (2000) de Isabel Allende es una novela histórica que narra la vida de Aurora del Valle, quien vive confundida respecto de sus orígenes y que ayudada de su cámara fotográfica intentará descifrar las claves de sus pesadillas y miedos. Esta historia forma parte de la trilogía de la familia del Valle (La Casa de los Espíritus, Retrato en Sepia e Hija de La Fortuna).

La primera parte de la novela narra la vida de la expansiva Paulina del Valle, una empresaria que gracias a su inteligencia y olfato comercial se hace de una fortuna dentro de la Fiebre del Oro californiano en Estados Unidos y conforma la rama paterna en los genes de Aurora. En paralelo, se conoce la loable vida de la familia chilena-británica-china Chi’en, rama materna de la protagonista. De esta suerte, en el primer tercio de la historia conoceremos abbastanza a los personajes más longevos de Retrato en Sepia y cómo se fraguan las circunstancias que permiten a los padres de Aurora encontrarse y concebirla. En el segundo tercio, la narración se torna hacia los primeros años de Aurora y su aproximación al mundo de la fotografía, asimismo, se desarrolla el vínculo que ella sostiene con su abuela Paulina del Valle y el surgimiento de los deseos de Aurora por conocer su origen, bañado de silencios e intrigas. Por último, en la tercera parte de la entrega, se puede encontrar a la Aurora adulta, más imbuida con la magia de los lentes de su máquina fotográfica y empujada a la vez a cumplir con roles sociales claramente fijados y delimitados por décadas de tradición como el matrimonio y la maternidad.

Como es costumbre en la literatura de Isabel Allende, el derrotero de sus personajes está altamente influido por el contexto político y social, ahí circunscribe los hechos para facilitar la comprensión del relato en la medida que al leer lugares o tiempos conocidos, se hace más fácil imaginar el desarrollo de los hechos y darles sentido de la realidad. A lo largo, se puede leer sobre la Fiebre del Oro, la Guerra del Pacífico entre la Confederación Peruanoboliviana y Chile, así como la crisis y el desenlace del Gobierno de Balmaceda.

Es destacable leer el progreso intelectual y ontológico de la protagonista con el objeto casi totémico de la historia: la fotografía. A medida que entra en la adultez, Aurora  sin querer va dibujando su vocación y su talento de captar en el papel la emoción de un instante o el sentimiento de toda una vida. Esta pasión fue inspirada y luego alentada por su maestro Juan Ribero, un fotógrafo cuyo taller de revelado se alojaba en el centro de Santiago de Chile. Me he decidido a hacer énfasis en este tema que puede resultar espurio, pero que a su vez guarda y recobra un tremendo valor para el arte fotográfico, pues en una época donde abundan los registros visuales en Internet y redes sociales hasta el punto del abuso de la imagen y el filtro, hubo alguien que reparó en la relación de los fotógrafos con sus cámaras, con los objetos y sujetos de retrato, con los ángulos, con la mirada, las luces y sombras. Tanto me ha sorprendido la profundidad y riqueza de este aspecto en la novela que cito algunos extractos:

Al hacer un retrato se establece una relación con el modelo que si bien es muy breve, siempre es una conexión. La placa revela no sólo la imagen, también los sentimientos que fluyen entre ambos. A don Juan Ribero le gustaban mis retratos, muy diferentes a los suyos. <<Usted siente empatía por sus modelos, Aurora, no trata de dominarlos sino de comprenderlos, por eso logra exponer su alma>>, decía.”… “La luz es el lenguaje de la fotografía, el alma del mundo. No existe luz sin sombra, tal como no existe dicha sin dolor”… “Como mi maestro Juan Ribero, ella consideraba que la fotografía no compite con la pintura, son fundamentalmente diferentes; el pintor interpreta la realidad y la cámara la plasma. Todo en la primera es ficción, mientras que la segunda es la suma de lo real más la sensibilidad del fotógrafo.”

Esta novela es conservadora dentro del estilo narrativo de Isabel Allende, no encontraremos estructuras ni personajes muy distintos a aquellos que podrían habitar en La Casa de los Espíritus o El Amante Japonés, lo que no es un defecto para quien lee afanosa y voluntariamente a una autora tan fiel a sí misma y a su criollo y mestizo imaginario. Nota: la historia es autosuficiente, se basta a sí para darse a entender y si bien se habla de que es parte de una trilogía, no es necesario leer Hija de La Fortuna ni La Casa de los Espíritus para disfrutarla, pero ya que estamos, ¿por qué no?