Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

miércoles, 31 de enero de 2024

Opinión: El Imperio del Opus Dei en Chile por María Olivia Mönckeberg

Opus Dei es una frase en latín que en castellano significa “Obra de Dios” y es la Prelatura de la Iglesia Católica más influyente del último siglo. Se caracteriza por ser hermética, compartimentada, constante, proselitista sólo en las élites, conservadora en lo sexual y muy liberal en materia económica; en tres ocasiones ha sido puesta bajo la lupa de la Premio Nacional de Periodismo e investigadora chilena María Olivia Mönckeberg[1] en las distintas versiones de El Imperio del Opus Dei en Chile cuyo contenido vengo en recomendar.

Fundada por el hoy santo católico Sn. Josemaría Escrivá de Balaguer (España), el Opus Dei no ha dejado a nadie indistinto dentro del cristianismo occidental y contemporáneo. Sus esfuerzos por llevar un ejercicio de la fe prácticamente en paralelo a las instrucciones de El Vaticano han concitado el cuestionamiento de distintas congregaciones y también han convertido a la Obra de Dios en un atractivo nicho para los sectores más conservadores y puristas del catolicismo. Se podría decir que sus miembros, divididos en numerarios, supernumerarios y otras categorías menores, han realizado un trabajo de hormigas, inclaudicable e incesante justamente porque para pertenecer a esta prelatura se ha de estar convencido de que el trabajo es la mejor forma de alcanzar la santificación y agradar a Dios; en eso han puesto todo su esfuerzo material y espiritual, en difundir la fe católica y cooptar a la élite no sólo de Chile, sino de todo país que ha estado a su alcance, permitiéndole en consecuencia la difusión de las enseñanzas de Escrivá de Balaguer, no sólo en las iglesias, sino también a nivel cultural como en librerías, medios de comunicación, empresas, clínicas, colegios y universidades. Sin duda, que la santificación del trabajo de este movimiento resulta muy conveniente para los destacados empresarios de la prelatura, pues justifica y confunde el límite que hay entre hacer un buen trabajo y aceptar la explotación laboral so pena de no agradar a Dios.

En El Imperio del Opus Dei en Chile, María Olivia Mönckeberg, pone de manifiesto la extensa malla societaria de los empresarios del Opus Dei, su origen en España y en Chile, entrevista  a los intelectuales de la Obra y a sus críticos, su rechazo a los métodos anticonceptivos, las polémicas mortificaciones promovidas por la Prelatura (verdaderos atentados a la salud mental y física del ser humano), sus espacios de influencia económica y cultural, entre otros interesantísimos aspectos.

Si bien al momento de leer concienzudamente este libro, lo hice con su segunda y más extensa edición (2016), no sentí que hubiese hoja alguna desactualizada, y es que es tan vasto el mapa de conquistas del Opus Dei y su impacto cultural tan transversal en el tiempo que no hay delay; es más, quedé con ganas de leer la última versión que abarca a Luis Silva, primera mayoría del Consejo Constitucional de Chile.

La autora en un afán de llegar a todo público, utiliza un lenguaje claro y simple, y elige una redacción que estimula y ordena las ideas con brillante estrategia. El Imperio del Opus Dei en Chile es una lectura casi obligatoria para los estudiantes y profesionales de las Ciencias Sociales de América Latina, para quienes recomiendo desde ya los capítulos “La voz crítica de José Comblin[2]” en donde se contrapone la vocación colectiva del cristianismo versus la promoción de los logros individuales del Opus Dei, “Don José Miguel” referido a José Miguel Ibáñez Langlois[3], sacerdote e intelectual de la Obra en Chile y quien ejerce el control y censura previa de los libros y contenidos a los que los numerarios pueden acceder según su nivel de madurez espiritual, “Entretelones de la Prelatura” y “Vida de numerarios”. Están bajo aviso.




[2] Cofundador de la Teología de la Liberación.

[3] Conocido también con el pseudónimo de Ignacio Valente, crítico literario de El Mercurio.


Opinión: Jo, Pol Rubio por Héctor Lozano

 

Jo, Pol Rubio[1] (2020) es la segunda novela de Héctor Lozano[2], el a la vez creador de la serie televisiva Merlí (Cataluña). Pol, el toro Rubio es justamente uno de los protagonistas de esa producción audiovisual y se transformó a lo largo de ella en el sueño gay de la secundaria.

En la novela presentada por Lozano, Pol Rubio toma la voz de los hechos, cuenta del destino de sus compañeros del instituto Àngel Guimerà, desarrolla la relación con su papá, cómo ha vivido el luto por la muerte de su filósofo mentor, Merlí Bergerón y enfatizando sobre sus nuevas experiencias universitarias como estudiante de Filosofía junto a nuevos personajes. 

En este caso, los libros se han presentado con posterioridad al lanzamiento al streaming de las series y suelen quedar más cortos en contenido. Puede que sea una estrategia comercial, pero es de las pocas veces en las que prefiero la serie y no el libro, justamente porque el margen de creatividad queda muy reducido a los detalles y hechos que se pudieron ver y oír. Cuando se lee antes de ver, la imaginación es más flexible y no tiene los límites de lo preestablecido. Ya me empecé a expresar a la Karamanos.

No puedo entregar mucha opinión de vocabulario ni de redacción porque -modestia aparte- lo leí en la lengua materna del autor, el catalán. Igualmente, se hizo bastante fluido y lo más probable es que en castellano tenga el mismo ritmo que Cuando éramos los peripatéticos (Quan érem els peripatètics) del año 2018 y narrado bajo la voz del otro protagonista de la historia primigenia, Bruno Bergerón.

Si bien, Jo, Pol Rubio no es un texto indispensable, se entiende que pueda ser relevante o atractivo para los seguidores de la serie y al menos yo sentí al cerrar su última página que no había perdido el tiempo, pero tampoco me llevó al borde de la exacerbación del concepto o universo Merlí. 

Disponible en formato e-book. 


lunes, 29 de enero de 2024

Opinión: El príncipe y el mendigo por Mark Twain

Publicada en 1881, la novela “El príncipe y el mendigo” de Mark Twain[1] narra las peripecias y desventuras que corren el mendigo Tom Canty y el Príncipe Eduardo de Gales. De parecido semblante, ambos niños poseídos por su nobleza e inocencia deciden intercambiar sus papeles diametralmente opuestos, sin pensar que el primer juego de roles de la literatura universal se les saldría de las manos.

Si bien esta novela hasta hace veinte o quince años era parte de los planes de estudios de las escuelas chilenas, hoy se vuelve algo impensado recomendarla como literatura infantil por las altas escenas de violencia que contiene, fuera de la traducción del inglés de la Edad Moderna que hace la lectura algo más lenta.

Fuera de lo anterior, El príncipe y el mendigo entrega y refleja los valores de la lealtad, la nobleza y justicia, sin dejar de lado la profunda inocencia de una mente infantil. Asimismo, pone sobre la mesa las injustas y regresivas leyes de la Inglaterra de 1547, sus profundas inequidades y desigualdades para perseguir los delitos de ricos y de pobres, así como lo más terrible: el abuso infantil. Niños obligados a mendigar so pena de severas reprimendas por parte de sus padres. Todo ello, en alto contraste con la histórica comodidad y lujo de la monarquía británica, llena de banquetes, simbolismos y reverencias frente a un bajo pueblo pobre y vulnerable.

Recomendado para adolescentes y amantes de la novela histórica. Este libro está disponible en formato electrónico o e-book.

 



[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Mark_Twain


domingo, 28 de enero de 2024

Opinión: La Reina Isabel cantaba rancheras (1994) por Hernán Rivera Letelier



Se dice que en los velorios se reúnen familiares y amigos que el tiempo ha desterrado, que no hay muertos malos y entorno a ellos, se reviven anécdotas y se reversionan las historias que dieron origen a un amor, una pasión o un apodo. “Murió la Reina Isabel” es la oración con que cierra el primer capítulo de esta novela y se abre un hilo de historias escritas más que en páginas, en el polvo del Desierto de Atacama, en la pampa chilena.

A partir de su muerte, el autor recorre la vida y virtudes de la protagonista, por una parte. Por otro lado, realiza un paralelo con la vida diaria en las oficinas salitreras y en cada capítulo relata la historia de los apodos de los personajes como la Dos Punto Cuantro, el Poeta Mesana, el Astronauta, la Ambulancia, la Malanoche y más. Es que en su primera entrega, ningún personaje se conoce por su nombre real, sin por su sobrenombre forjado bajo la luna y el sol del desierto o en los camarotes de las prostitutas más variopintas de la literatura chilena.

Cae en gracia, más para quienes provienen del desierto, advertir la especie de oxímoron que  crea Rivera Letelier[1] con el desierto. Es que en un lugar donde no se supone exista vida ni otro elemento que la tierra, el sol y las estrellas, se aplica un talento que crea historias, más allá del color sepia que la pampa suele evocar; que alimenta un caldo de cultivos con palabras escondidas en el diccionario que no redundan ni se rebuscan, un campo nutrido, un desierto florido de castellano. Gárrula, verba, malquisto, garumaje, atiplada, avieso, célicas, birlar, mayestática, ablución, hetaira, ringorrangos, salaz, íngrima; ¿quién diría que todas esas voces podrían vivir en una historia del desierto?

En veinte capítulos de regular y semejante extensión, Rivera Letelier puso a disposición de su incipiente lectorado la vida pampina, las supersticiones de la vida minera y la mirada masculina sobre el oficio más antiguo del mundo, con capítulos notables como el número 12, 16 y 17 donde se narran con pasión y buena pluma el temple de los mineros pampinos, su pasión por el fútbol, las desalmadas desvinculaciones con “palomas de oficio” y la gloriosa mesa de las oficinas salitreras en sus tiempos dorados.

Salvo que se trate de una persona ducha en la lectura en castellano, que maneje con facilidad su vocabulario, es complejo avanzar con normalidad cuando hay que detenerse casa tres líneas a revisar el significado de un adjetivo. Y es que tanto ama el relator a la Reina Isabel que no escatima en los más impensados adjetivos para crear en el lector no una imagen, sino un verdadero concepto.

P.D.: hay una coincidencia histórica alrededor de esta novela ya que el mismo día en que murió la reina Isabel II de Inglaterra, Hernán Rivera Letelier ganó el Premio Nacional de Literatura de Chile.


[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Hern%C3%A1n_Rivera_Letelier