Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

jueves, 28 de julio de 2011

Fideos a la Terra Nostra

Ingredientes:

  • Fideos
  • Tomates
  • Ajo
  • Albahaca
  • Laurel
  • Morrón
  • Ají
  • Orégano
  • Cebolla
  • Zanahoria
  • Sal
  • Azúcar
  • Aceite
Preparación. 
Cocine los fideos con laurel y albahaca. Para la salsa, haga lo siguiente. Fría con poca aceite, sal y azúcar en un sartén la cebolla en juliana. Agregue el orégano, ajo y ají cacho de cabra, ambos picados y a gusto propio. Una vez rallados los tomates agréguelos al sartén, agregue más azúcar para que la mezcla pierda la acidez. Añada el morrón también en juliana, albahaca y laurel. Si desea añada también un poco de salsa en sobre. Cuando haya hervido la mezcla, entonces sirva y disfrute. Si su plato desprende una esencia de tierra en su boca, pues entonces lo logró. 

lunes, 18 de julio de 2011

Hecho el amor

Y así mis manos se entregan al arte,
Para decirte te quiero, para diluirse
Bajo cielos de lunas y enfrentarte;
Aunque vea mil infiernos encima venirse.

Fría es la noche que a la luna alta sostiene;
fuerte el invierno que entume las almas
Mas siempre lo oscuro se hace día perenne
Y para mi primavera, no hay frío que valga.

Mi amor como un manto generoso te envuelve,
Se vuelve un abrazo en tu cuerpo dorado,
Y absorto contemplas mi dulce tornado
Que quita las hojas del otoño imprudente.

Mira. Bien sabes mirar. Ve los días inmensos, la lluvia, el sol.
Contempla como la vida se impone a la muerte en un segundo.
Siente esta poesía ebria, sus dedos, su aliento, su modo atroz.
Toma mi mano. Besa mis labios. Quema mi carne. Conquista el mundo.

Grita, gime, retén, explota, desmáyate como un último encuentro.
Goza, llora, toca mi ser entero, este escalofrío sienta tu piel;
Hazlo que mi sudor es agua bendita que Dios da a tu cuerpo.
El impulso de tu cadera el dolor lo hace amor, y el amor al sexo lo hace miel.

Que no se detenga esta lucha vibrante, esta danza nutre mi bien.
Es canción melodiosa que sale de mis oídos, el sabor de tu lengua.
Y el vaivén eterno mis manos lleva a tu cabeza haciendo ayer, el ayer.
Ni tus ríos inmensos, ni el sabor de tu piel, a mi calor su ira le menguan;
Apaciguan, tan sólo, mi somas y aumentan mi consciencia de ser.

Taladra mi alma en la guerra sexual, abre tus ojos, mírame, taládrame el ver.
Grita, déjame tu aliento sentir, tu saliva probar, destruye el universo.
Tú, que en mi mirada te hiciste eterno, en tu orgasmo, insisto, mírame bien.
Yo, en mis adentros estoy hecho el amor y de amor me hice verso también.

Sea noche o sea el sol, sobre tu alma mi alma se echa a dormir;
Y como después de la muerte, no hay comienzo ni hay fin.