Este último tiempo no le he dado espacio suficiente a mi propiedad intelectual ni a mi creatividad. Sólo un poema predecible fue lo último realmente artístico a lo que di vida. Es de admirar a los escritores que trabajan con editoriales y producen literatura por obligaciones contractuales, aún sin estar inspirados/as. Yo no podría producir por obligación ni por cumplir.
Pues bien, como pueden prever por lo que he dicho y el título de la entrada, lo que leerán a continuación es una creación de Gabriela Mistral, la Premio Nobel de Literatura chilena que se ha venido a configurar como una de mis grandes inspiradoras junto con Violeta Parra. El poema lo aprendí de memoria en séptimo básico por una calificación y por ser tan niño, relativamente al alcance de varias comodidades, no entendí muy bien qué era el esfuerzo que se relata en la obra; a lo más asumí que era levantarse temprano para llegar a la escuela. Junto al paso de los años he ido aprendiendo lo que significa el esfuerzo y el mensaje entregado. Himno Cotidiano es la invitación a amar lo que hacemos, a trabajar con tesón y convicción y a no darse por vencido/a ante los obstáculos y a ser agradecidos/as de Dios/a.
En este nuevo día
que me concedes ¡Oh Señor!
dame mi parte de alegría
y haz que consiga ser mejor.
Dame Tú el don de la salud,
la fe, el ardor, la intrepidez,
séquito de la juventud;
y la cosecha de verdad,
la reflexión, la sensatez,
séquito de la ancianidad.
Dichoso yo si, al fin del día,
un odio menos llevo en mí;
si una luz más mis pasos guía
y si un error más yo extinguí.
Y si por la rudeza mía
nadie sus lágrimas vertió,
y si alguien tuvo la alegría
que mi ternura le ofreció.
Que cada tumbo en el sendero
me vaya haciendo conocer
cada pedrusco traicionero
que mi ojo ruin no supo ver.
Y más potente me incorporé,
sin protestar, sin blasfemar.
Y mi ilusión la senda dore,
y mi ilusión me la haga amar.
Que dé la suma de bondad
de actividades y de amor
que a cada ser manda dar;
suma de esencias a la flor
y de albas nubes a la mar.
Y que por fin, mi siglo engreído
en su grandeza material,
no me deslumbre hasta el olvido
de que soy barro y soy mortal.
Ame a los seres este día;
a todo trance halle la luz,
ame mi gozo y mi agonía:
¡ame la prueba de mi cruz!
Que dé la suma de bondad
de actividades y de amor
que a cada ser manda dar;
suma de esencias a la flor
y de albas nubes a la mar.
Y que por fin, mi siglo engreído
en su grandeza material,
no me deslumbre hasta el olvido
de que soy barro y soy mortal.
Ame a los seres este día;
a todo trance halle la luz,
ame mi gozo y mi agonía:
¡ame la prueba de mi cruz!
lalalalalalalalalalalalalaalalalalalalalalallalalalalalal jajajjajajaa me rio de la pagimna
ResponderEliminarDebe ser muy IMBÉCIL el tarado que se pueda reírse de un poema tan sublime...
EliminarImbécil
Eliminarlalalalalalalalalalalalalaalalalalalalalalallalalalalalal jajajjajajaa me rio de la pagimna
ResponderEliminaridiota
EliminarInfeliz inculto y bruto
EliminarAme a los seres este día;
ResponderEliminara todo trance halle a luz.
Ame mi gozo y mi agonía:
¡ame la prueba de mi cruz!
oye anonimo si te ries de esta pagina por que estas aqui
ResponderEliminarcalm down jamal dont pull out the nine
Eliminaryo creo que este articulo si es bien hermoso porque dice cosas bien bonitas y yo entiendo porque ella fue la poeta latinoamericana mas renombrada del siglo xx y queciria que hubiera mas pero ya no pero igua gracias por todo lo que hizo ella
ResponderEliminarPrecioso, profundo y sencillo. Que gran poetisa nuestra Gabriela Mistral
ResponderEliminarBello, muy bello leerlo y releerlo un gran alivio paz y tranquilidad
ResponderEliminarAgradecido de Dios por la sublime belleza del poema-oración que nos regaló Gabriela, porque en su humildad interpela hasta el que tiene nula comprensión del otro como uno igual en dignidad. No se molesten, más bien hay que comprender a aquel que no tiene comprensión
ResponderEliminarMi profesorA la recitaba todos los dias bello poema
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