
Gracias a la vida,
Gracias a la vida,
Gracias a la vida,
Gracias a la vida,
"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)
Tu rostro, dulce emancipación divina
Concuerda a la salada ideología derrotista.
La faz inconmesurable protege tus ojos de mis lanzas quemantes
Cada parte de tu cuerpo juega a ser mío
Ineterno el camino, ineterno siento
Como loco juego a aburrirme de no querer
Yo siempre te he querido
Yo siempre te quiero
Yo, yo, yo, siempre yo
El perdón viene bajando a trote del cerro seco y café como una araña que huye del zapato.
La vida, la vida no es vida si tú no significárasme la muerte que me sigue cuando se escapa de tu cuerpo y no estás.
Mi cuerpo se sienta flojo y fofo en las letras almohadanadas de tu nombre. Ya no somos aquello tan parecido. Aquello me abandonó y no le culpo, así lo prefiero, al norte en avión.
Así todo es mejor. Aquello allá, nosotros acá. Disculpa eterno, en todo caso nunca estuve seguro de que ello estuviera del todo vivo.
Pero tuviste aventura y quedaste en la soledad. Aquella traviesa no se quedó a perdonarte como yo.
Se van, se van, abandonándote por nombrarles mal.
Se van, se van, y te olvidan al pasado.
Se van, se van, al norte en avión.
Y no sufrí, no raspé, no sentí el cuchillo de la angustia cuando ese nadie me amó.
Te busqué y encontré, eras todavía pertenencia. Aún podía convertirte a miel palabra.
Aún mi pupila podía encender la ampolleta lacrimógena de tu mirada.
El sustrato maldito de nuestra toxica química encajó a la enzima histórica de nuestro amor.
Y ¿si soy feliz?, lo soy, escribiéndote, descubriéndome esta sensación que me anda en la cabeza y como una partícula de polvo juego a atraparla como el gato a la mosca.