La salud
mental es el trending topic de las
campañas políticas de los últimos años, pero no lo era cuando el español Torcuato Luca de Tena publicó su novela Los
renglones torcidos de Dios en 1979. Casas de reposo, manicomios,
centros de sanación, puntos de rehabilitación, nombres más, denominaciones
menos, el punto es que la salud mental de seres afectados, perturbados o traumados, desde hace décadas viene gritando auxilio a los tomadores de
decisiones.
Alice Gould es una detective profesional que llega al hospital psiquiátrico Nuestra Señora de la Fuentecilla fingiendo ser una paciente mental con el fin de resolver un crimen cuyo principal sospechoso estaba internado en el sanatorio. Una vez inserta allí comienza a embadurnarse de la realidad de los pacientes que se le acercan y el cuerpo médico, haciendo el ejercicio de la observación participante tal como lo hizo Luca de Tena previo a escribir la novela analizada.
Con
excelencia al abordar el lenguaje de la psicología y psiquiatría, y un
conocimiento demostrado en las áreas de las corrientes de la disciplina, Luca
de Tena narra con mucha facilidad y arte las divagaciones en la mente analítica
y brillante de su protagonista. Tiene coherencia en la narración, conexión
entre las historias, balance entre la proporción que les entrega a ellas y los personajes,
y la bella capacidad de mantener al lector concentrado, confundido, atento a
las pistas y distractores.
Sin
escatimar en los laureles que merece esta obra, precisa destacar el vasto vocabulario
castellano que se emplea en esta novela, algo que se extraña muchísimo en los
títulos de los autores actuales, paupérrimos en el empleo de la lengua. Vocablos
como asaz, grey, altozano, lontananza, regato, bogar, óbice, etc., realzan el
relato, fortalecen la conexión del lector y su idioma. Probablemente en
traducciones a otras lenguas, suceda el mismo efecto.
En la
plataforma Netflix se encuentra la película que se produjo el año 2022 por
Atresmedia Cine y fue dirigida por Oriol Paulo. La vi. Si bien me pareció una
buena historia, no logra dar con la excelencia de la novela, sin contar que se
toma demasiadas libertades editoriales al cambiar partes de la historia y el
rol de los personajes en el desarrollo de los hechos. Sin ir más lejos, el
título “Los renglones torcidos de Dios” proviene del parlamento del personaje “El
Astrólogo” conocido también como “El autor de la Teoría de los Nueve Universos”
y no del director de Nuestra Señora de La Fuentecilla, el doctor Samuel Alvar.
Cabe
hacer mención honrosa al capítulo R. OTOÑO del que cito el siguiente extracto:
«Recordó
los versos de Jorge Manrique:
…querer
el hombre vivir
cuando
Dios quiere que muera
es
locura.
Y
los recompuso de esta suerte:
No es
cordura
querer hacer
revivir
a aquel
que quiere morir.
¡Ah,
qué terrible es el sino de los pobres locos, esos “renglones torcidos”, esos
yerros, esas faltas de ortografía del Creador, como los llamaba “el Autor de la
Teoría de los Nueve Universos”, ignorante de que él era uno de los más torcidos
de todos los renglones de la caligrafía divina! »
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