Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

sábado, 6 de diciembre de 2014

¿Y los empresarios cuándo?

Creo que no hay chileno ni chilena, ni habitante alguno de esta patria que no se haya mareado con el bombardeo periodístico de la situación económica de Chile. Cada punto porcentual del Imacec, IPC, desempleo y más son méritos en sí mismos para redactar una nota, para reportear desde La Moneda, para un extra en televisión. Que la Reforma Tributaria, que la confianza, las expectativas y la macroeconomía y la microeconomía de la pyme y la gran empresa.

Desde antes que la Presidenta Bachelet asumiera su segundo mandato, una serie de personajes se han dedicado a tener un doble discurso de excelencia. Por una parte dicen estar preocupados y ocupados en el bienestar macroeconómico de Chile, pero por otra parte no hubo estrado salvo de dichos que apuntaran a perjudicar las expectativas del país y hacer caer las inversiones de capital. Sus especulaciones contribuyeron a hacer más confuso el escenario económico interno, a detener la inversión dada la poca claridad que produjeron. Mala manera de hacer oposición. 

Es sabido que previo a reformas económicas estructurales el escenario tiende a ser confuso puesto que se cambian las reglas del juego y obviamente el inversor querrá tantear toda la información del terreno que pisará, se entiende y se entendió que era un costo a pagar si queríamos lograr un sistema tributario con mayores grados de justicia impositiva. Pero cabe preguntarse, qué tipo de estrategia fue salir a recorrer el mundo y gestionar columnas en periódicos prestigiosos de Estados Unidos e Inglaterra para socavar la Reforma Tributaria, para predecir el infierno fiscal. Pésima estrategia, fueron a provocar la detención de las inversiones de capital extranjero en el mismo país en donde ellos trabajan, en el mismo país donde tienen sus industrias y viven los consumidores de sus productos. Produjeron un costo mayor del que naturalmente íbamos a pagar. Se entiende que quisieran legítimamente defender sus intereses, ¿pero a qué precio? La batalla política la tenían perdida, la batalla económica no... jugaron sus cartas en un escenario externo tendiente a la baja y hoy, diciembre de 2014 el Imacec de octubre no puede superar el 1,5%. 

La estrategia comunicacional interna

La estrategia comunicacional del empresariado chileno ha sido una ganada. Han convencido a buena parte de la población de que es el Gobierno el que está mermando los términos económicos sin que esto sea del todo cierto. Si bien el Gobierno llevó a cabo una reforma estructural del sistema tributario que produjo las inquietudes propias y de inherencia al cambio, ¿qué empresario será capaz de cumplir sus amenazas de retirarse del mercado? Ninguno. Están al acecho del monopolio esperando que la competencia cumpla la amenaza de retirarse. Microeconomía básica y teoría de juegos. Ganada de los empresarios sin que el Gobierno establezca una estrategia comunicacional más fuerte y logre revertir la desconfianza ciudadana. 

Francamente, este no es el empresariado que Chile merece, que no vela por la economía nacional, sino por la de su propio capital. Quizás lo que perdieron con la campaña externa de descrédito fue marginal en función de sus ganancias y lo han recuperado ya en el corto plazo, pero las repercusiones en los senos de las familias más necesitadas pueden sentirse con mayor agresividad si se considera la calidad de los empleos, la tasa de desocupación y el salario mínimo frente a las desproporcionadas utilidades de los mercaderes. 

Recuerdo cuando Obama acudió al salvataje de Ford. Finalmente es la economía, estúpido lo que importa a la ciudadanía, mejores indicadores económicos aumentan el aprecio por la democracia, las instituciones y los políticos. El triángulo de hierro de los gobiernos: inflación, empleo y crecimiento económico es un indicador de gobernabilidad por excelencia y eso los empresarios lo saben y lo aprovechan. Obama no salvó a Ford por ser bueno, sino por la cantidad de trabajadores y familias (electores) que arriesgaban su empleo/consumo y su contento con el gobierno. Así funciona la mano invisible del Estado de Smith. Citando a Stiglitz, a todos los empresarios les agobia pagar impuestos, pero cuando se usan para subvencionarlos o salvarlos se sienten más aliviados de la presión fiscal. Es esta la triste lógica de tira y afloja entre economía y política. 

Por ello es que cuando a riesgo de saturación, leo y escucho tanta insatisfacción de la clase empresarial de Chile, me pregunto si aparte de pésimas estrategias para atraer capitales externos, qué más hacen los empresarios de Chile que culpar al Gobierno. El ideario de empresario no se condice con la realidad, es evidente que se requieren líderes industriales con mayor capacidad de innovación y performance ante el cambio externo y con menos aversión al riesgo, con gobiernos corporativos estamentales,  capaces de una gestión empresarial eficiente y socialmente responsable. Los empresarios no pueden esperar a que el Gobierno desregule todos los mercados y sólo se encargue de brindar paz social y defensa nacional para que estén tranquilos . El empresario es en esencia un aventurero que asume los riesgos guiado por el olfato del negocio más que por los números de la calculadora. Hace falta que los empresarios estén a la altura de los desafíos, de la reactivación y a favor de Chile, no en contra. 

Teletón: la sociedad civil de oficio y no a petición de parte

Se podría entender a la Teletón con una variedad de ideas o nociones, entre las que destacarían: institución benéfica de rehabilitación, un show de televisión, una cruzada solidaria, veintisiete horas de amor en Chile, como Mario Kreutzberger, deuda del Estado con sus discapacitados, un niño símbolo, un negociado, un ejemplo de generosidad del pueblo, etc. 

Ciertamente, la Teletón es un modelo de convocatoria nacional a la solidaridad del pueblo para con los más desposeídos, es un evento nacional como el Festival de Viña del Mar, los partidos de la selección chilena de fútbol, las elecciones, las Fiestas Patrias. Lo que distingue a la Teletón de los anteriores eventos es su carácter de institución de rehabilitación en donde niños y niñas con discapacidades físicas son atendidos por profesionales y técnicos para lograr el mayor grado de independencia física posible, poder desplazarse con la menor ayuda, etc. Las funciones cotidianas de la institución evidentemente tienen un costo económico que debe cubrirse para que sigan adelante las rehabilitaciones de miles de niños y niñas que han llegado ahí desde su nacimiento o fueron víctimas de accidentes con consecuencias físicas incapacitantes. Hasta tal punto, no hay mayor controversia ni debates al respecto. 

El financiamiento de una institución, empresa u organización siempre es un tema que abre acalorados debates dada la diversidad factual, estratégica e ideológica de alternativas. Cómo se financia la Fundación Teletón no escapa a la discusión. Para algunos más cercanos al materialismo histórico de Marx, este medio de rehabilitación debería pasar a manos del Estado y ser gestionado por la burocracia gubernamental dado que hacerse cargo de los discapacitados de un país debería ser una obligación de las instituciones públicas (financiadas con impuestos), un imperativo moral, en otras palabras, un país se hace cargo de sus discapacitados con políticas públicas y sus respectivos programas y proyectos. No suena tan mal ni descabellado porque un Estado responsable con sus habitantes debe ser capaz de sostener políticas públicas con resultados e impactos efectivos, de entregar mediante sus proyectos productos de calidad, todo ello financiado con impuestos, utilidades de empresas públicas y ventas/arriendos de activos estatales (pertenencia de todos los ciudadanos del Estado chileno). Suena coherente hasta que se da revista a la realidad de Chile y los alcances presupuestarios de las instituciones públicas. 

Por una parte, un Estado subsidiario no brindaría las oportunidades a todos las niñas y niños lisiados puesto que su oferta pública por tradición u obligación estaría focalizada en aquellos en que por sus propios medios no pueden proveerse de una rehabilitación, en otras palabras, quien pueda pagar que pague. Mercado. Y aunque el Estado tuviera los medios presupuestarios, es complejo asegurar a estas alturas que mayor inversión asegure por sí sola una mejor calidad de servicio o producto. Es necesario añadir vocación profesional a la fórmula de manera que los funcionarios se sientan atraídos al servicio público por convicción, más que por necesidad, más que por poder. 

El Estado debe monopolizar actividades o funciones públicas estratégicas para el país como las funciones de defensa, educación, infancia, salud, tributos, pensiones, cancillería, justicia, minería, energía, aguas, medioambiente, etc. Pero ¿qué hay de aquellas áreas en que el aporte de la sociedad civil y del privado es necesario y deseable? ¿por qué siempre la mirada paternalista y desconfiada del Estado tiene que estar por sobre el desarrollo y aporte de los grupos intermedios de la sociedad civil? En el caso de la Teletón se ha podido apreciar un fenómeno social único en base a un llamado nacional de solidaridad entre todos los compatriotas que siempre surte efecto: pobres y ricos acuden a donar a los bancos en la medida de sus posibilidades presupuestarias y voluntad para ayudar a los niños y niñas discapacitadas que se atienden en la fundación. Distinto, claro, de la lógica de los impuestos en donde sin derecho a pataleo habría que entregar al Fisco una porción del ingreso personal. Entre una donación libre, voluntaria y de corazón, y un impuesto (regresivo a veces como el IVA) #yonomepierdo.

Es cierto que el evento televisivo de la Teletón es un negociado para muchos; los rostros de la farándula se pegan codazos por una pulgada más de pantalla y los empresarios dueños de Chile limpian sus imágenes hasta más no poder (querer), pero si Teletón fuera del Estado, ¿alguno podría asegurar su libertad de promesas de campañas políticas de carácter "mientras más financiamiento ofrezco al programa Teletón de tal ministerio, más votos calculo"? Es por eso que las veintisiete horas de amor no corren en años eleccionarios. 

En conclusión, ¿qué apoyo público a la estatización de la Teletón y la beneficencia se puede concitar en un país donde los niños vulnerados son víctimas de abusos y violencia en sus hogares y en los hogares licitados por el SENAME?, ¿en donde el reclutamiento meritocrático del servicio civil hace aguas? Es tiempo de apelar a la humildad de quienes creen que el Estado podría dar solución a todos los problemas públicos con igual calidad; a la luz de los números y de la realidad eso no es así por una serie de factores multidimensionales, a los que debiera darse revista ante de lanzar declaraciones como: "la Teletón debería ser del Estado". Podríamos tener un Estado de excelencia, pero eso no sería mérito suficiente para impedir que la sociedad civil participe activamente en el desarrollo nacional; un Estado es mejor en la misma medida que se involucra y dialoga con la sociedad civil para oír y compartir estrategias de servicio público. Lamentablemente, nuestro Estado aún no alcanza la excelencia y prueba de eso es el surgimiento de organizaciones de nuestra sociedad civil que vienen a cubrir aquellas necesidades a la que el Estado aún no puede llegar a satisfacer por medio de la política pública. Tercer sector. Basta mirar iniciativas tan loables como Techo (Ex Un Techo para Chile), Coaniquem, Bomberos de Chile, Cruz Roja, Médicos sin Fronteras, Hogar de Cristo, etc. para probar la capacidad de la sociedad civil en la entrega de soluciones a los problemas públicos y para comprobar que puede ser una parte activa y beneficiosa de las políticas públicas puesto que las organizaciones que la componen surgen de la voluntad de los ciudadanos, es decir, de oficio y no a petición de parte. 

martes, 2 de diciembre de 2014

Después de 23 años

Anoche, con la intención de guardar las invitaciones a la Ceremonia de Titulación en una cartera del siglo pasado a modo de recuerdo, encontré un montón de cartas que mis padres en su época de noviazgo se enviaban a menudo. En esa cartera había innumerables recuerdos, cuadernos de consultorio, cartas de amor, dibujos de niños, santitos, cartas de felicitación, pésame y recuerdos de licenciaturas. Un ir y venir de nostalgias y los lugares en que nos formamos como familia. 

No hubo algo más meloso que las cartas que se enviaban mis papás, gastaban las hojas de sus cuadernos y horas de clases para repetirse a cada momento que se querían y se echaban de menos, gracias por ser como eres conmigo mi flaquita, mi flaquito. 

Ya con dos hijos, desde 1990 en adelante hubo un notorio déficit de epístolas, ya no había tiempo, sí desgaste, qué sé yo pero cartas con data noventera escaseaban para ser reemplazadas con cuadernos de control de niño sano, pruebas de rendimiento para entrar en algún colegio y cartas estándar con mensajes del día de la madre. 

Una de las pocas cartas de los años 90 estaba dirigida a mí con data de 21 de marzo de 1991, desde Iquique previo al cumpleaños de mi mamá y como conozco a mi padre sé que lo más probable es que estuviera confundido de fecha. Les dejo acá la carta dirigida a mí y que vine a leer después de 23 años. 

Iquique, 21 de marzo de 1991

Dieguito...

A tu corta edad, no importa que no sepas leer ni escribir.

Basta con recordar cuando reconoces que alguien te quiere y tú, hijito, le regalas una inocente y coqueta sonrisa.

Quiero que compartas con tu hermano Pablito y mamá Jannett un hermoso cumpleaños.

Un regalo es un regalo, pero tú, hijito, eres junto a tu hermano nuestra alegría y bendición.

Que Dios te proteja siempre en todo momento.

Tu papito extrañable, Betto.

P.D.: CÓMETE TODA LA PAPA Y NO TE CHUPES EL DEDO DEL PIE.-