Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

sábado, 23 de noviembre de 2013

El padre

Nació su hija, pequeña, bendita, ojalá que haya sacado sus ojos y la alegría con que subía a recorrer los cerros de Copiapó. Hace tanto tiempo que no me acordaba de este amor viejo, escondido y olvidado por el smog de Santiago, por los años y el cemento. 

Los años han pasado y no en vano, él ya es padre, yo no. Nos perdonamos, nos sinceramos al punto de que podemos saludarnos sin problemas en la calle. De todas formas en un par de veces nos hemos evitado. ¡Ay!, no me hace bien recordar porque soy mal perdedor.

Tengo una alegría por él, por su alegría misma pero a la vez siento melancolía al nivel de De la ausencia y de ti. 



Ahora sólo me queda buscarme de amante la respiración
no mirar a los mapas, seguir en mí mismo, no andar ciertas calles,
olvidar que fue mío una vez cierto libro o hacer la canción
y decirte que todo está igual, la ciudad, los amigos, el mar,
esperando por ti, esperando por ti. 

Sigo yendo a Teté semana por semana, ¿te acuerdas de allá?
Hoy hablo de fusiles despidiendo muertos.
Yo sé que ella me ama, es por eso tal vez que te siento en su sala
aunque ahora no estás. Y se siente en la conversación
o será que tengo la impresión de la ausencia y de ti, 
de la ausencia y de ti.

No quisiera un fracaso en el sabio delito que es recordar,
ni en el inevitable defecto que es la nostalgia de cosas
pequeñas y tontas como en el tumulto pisarte los pies
y reír y reír y reír madrugadas sin ir a dormir, 
sí, es distinto sin ti, muy distinto sin ti.

Las ideas son balas hoy día 
y no puedo usar balas por ti.
hoy quisiera ser viejo y muy sabio 
y poderte decir lo que aquí no he podido decirte
hablar como un árbol con mi sombra hacia ti,
 como un libro salvado del mar,
como un muerto que aprende a besar, 
para ti, para ti. 
Para ti, para ti.

viernes, 22 de noviembre de 2013

En agenda, hablemos de Horvath y otros

Creo que no existe amante de la politología, opinología política, ensayismo y columnismo que sea capaz de abstenerse de emitir posturas en un ambiente sobrepermeado de elecciones concurrentes. Al menos yo no puedo, incluso sin ser nada más que un ciudadano de a pie. 

Antes de argüir palabra alguna, permitan salirme de padres, hermanas, hermanos, madres, perros y gatas: ya no me está agradando el tono de ciertos compañeros de carrera (amigos, ¿por qué no?) que se espantan de que no quiera beber cerveza en la universidad. Varios de los que me conocen saben que repruebo esa conducta con el alma, ir a beber y emborracharse a nuestra Escuela de Gobierno y Gestión Pública es repudiable insulto a la generación de conocimiento y su difusión a las juveniles almas que desean aprender indistintamente de si es viernes, sábado en la noche o lunes en la mañana. 

Me tildan de serio, de amargado porque leo los diarios que hay disponibles en biblioteca, porque prefiero beber una taza de té antes que gastar dinero en una lata de cerveza. Creerán seguramente que son dueños de mi boca, de mis actos y que me dejaré intimidar e influenciar por sus arengas de "jóvenes", de "machos", de "winners" y tanto auto-halago. He observado también como a otros, un poco menos fuertes de carácter, prácticamente le empipan los centímetros cúbicos de cebada etílica. Lamentable. No importa que me digan abuelo porque me tomo una taza de té verde, yo decido cuando beber alcohol y cuando no, hacerlo en la universidad no está en mis planes. Imaginen cómo atacan cuando me opongo al consumo de marihuana.

Catarsis hecha. Hoy nos enfrentamos a un clima electoral cual año de la serpiente, cambiante, sinuoso. Los que hasta el 16 de noviembre renegaban de la Nueva Mayoría, la criticaban y decían que no había por donde acercarse, llegan de alguna manera u otra a sumarse a una de las dos candidaturas que lograron acceder a la segunda vuelta -repudio al término balotaje-, Michelle Bachelet o Evelyn Matthei. Pero en honor a la verdad todos se acercan a la ganadora y se alejan de Matthei. 

El primero de la lista es Franco Parisi, quien en el momento que reconoce su derrota hace el primero y más grande gesto de todos al calificar a Michelle Bachelet de dama y a Matthei de mala. Días después entrará en escena su jefe programático y Senador por Renovación Nacional, Antonio Horvath, díscolo evidentemente, que sin mayores problemas llegará a tener una reunión con la misma Michelle Bachelet a su comando, demorará cerca de una hora en la conversación y saldrá pronto a hablar con la prensa para comunicar que ve muchas convergencias con el programa de la Nueva Mayoría. Voltereta uno. Terremoto en la Alianza por Chile, salen personeros a comunicar reuniones de partido y mencionan al Tribunal de Disciplina y un etcétera grande seguido de Karla Rubilar anunciando que mañana Horvath se reúne con Matthei. El punto en discusión es qué hace un senador de RN negociando su apoyo con su misma coalición. Se podrá decir que lo obvio era que en la segunda vuelta volviera como hijo pródigo, pero en la política las lógicas van más allá de la mera disciplina partidaria. Por una parte, todos sabemos que la UDI y RN vienen con los flancos abiertos desde que existen y que sus diferencias se han agudizado ahora que son gobierno y también sabemos que Evelyn Matthei no llama para nada a la unidad, desune, produce anticuerpos, con ella no hay términos medios. 

El Senador Horvath está jugando con armas de doble filo, se deja querer por mientras por la Nueva Mayoría que necesita votos para cumplir con sus tres ejes programáticos, pero cuando pase su minuto de gloria quedará en medio de la nada y la Alianza le hará saber que no siempre es buena la indisciplina. Hoy hubo reunión con el comando de Evelyn Matthei pero no duró ni doce minutos. No hay convergencias, palabra de la agenda pública. 

Marco Enríquez Ominami ha asumido una postura de bajo perfil, como buen político no se cierra a brindar apoyos y tampoco los brindará a cambio de nada. La táctica del ganador minoritario (y de lo que debería aprender Franco Parisi). De todas maneras, indirectamente el apoyo ya está dado al no decir que no, se deja siempre abierta la posibilidad. Claro, como en el amor. 

Roxana Miranda y Marcel Claude ya negaron todo apoyo ¿habrán pensado que alguien se los iba a ir a pedir/rogar? De todas formas, con o sin pronunciamiento sus votantes no irán a votar el 15 de diciembre. 

Los porcentajes que importan son los de Parisi y Enríquez Ominami, ambos por arriba del 10%. De ellos dos se espera que vuelvan a presentar como candidatos a la Presidencia de la República en 2017, y sin duda, que dar o no el apoyo a Bachelet va a pesar en el discurso que sostengan en cuatro años más. Claro, porque el apoyo que arrastran no es por arte de magia ni por desmedido carisma sino más bien por una estrategia discursiva que reniega y rechaza la forma tradicional de hacer política, de la que fue parte por varios años Marco Enríquez Ominami y de la misma a la que Franco Parisi comenzó a reclamar justo para estas elecciones, ¿habrá nacido el año pasado?

martes, 19 de noviembre de 2013

Gobernabilidad democrática

La gobernabilidad puede ser entendida como el poder de un gobernante para realizar de la manera más óptima posible su programa de gobierno, como la cantidad de variables que controla un presidente para tal efecto, en comparación con la cantidad de variables que no controla (Matus, 1997), en otras palabras, se refiere a cuán gobernable es un país considerando una serie de elementos contextuales e históricos en la medida que se van implementando las reformas contenidas en un programa de gobierno. 

El programa de gobierno es la ruta de navegación de un Presidente y su objetivo es intercambiar las magnitudes de los problemas de la población, es decir, crear las condiciones para un intercambio de problemas puesto que los beneficios orientados hacia un sector de la población significan la creación de nuevos costos para otros, lo que deja al descubierto la calidad subóptima de la implementación de políticas. Según lo anterior, la gobernabilidad no se entiende sin un programa de gobierno que permita implantar en la legislación las normas que según el partido de gobierno sean las más adecuadas para lograr su ideario de sociedad. No obstante, así como hay problemas que el gobierno selecciona para solucionar, también hay problemas que seleccionan al gobierno: las coyunturas, entendidas como hitos o sucesos en la vida nacional que obligan al gobierno a desviarse de la hoja de navegación para dar solución a problemas que reclaman una urgencia mucho más imperativa. Las coyunturas pueden significar no sólo un desvío, sino también un replanteamiento de las estrategias y la asignación de los recursos que dispone un Presidente.

Entonces, la gobernabilidad de un país depende de factores coyunturales, de lo realista del programa de gobierno, de la calidad institucional, de las capacidades técnicas y humanas de la administración pública que implementará el programa. Hasta allí y como lo plantea el venezolano Carlos Matus, la gobernabilidad es totalmente aplicable a gobiernos democráticos pero también a los de facto. Por esta razón es necesario distinguir la mera gobernabilidad en sentido amplio de una gobernabilidad democrática en donde además de la necesidad de controlar y asegurar los factores descritos, el Ejecutivo requiere de los apoyos del Poder Legislativo y de su voto para hacer efectivas las medidas del programa de gobierno. Mark Payne define la gobernabilidad democrática como “la capacidad de tomar y llevar a la práctica decisiones que respondan de manera adecuada a los problemas económicos y sociales que aquejan a un país. Sin embargo, la definición también involucra la toma de decisiones mediante procesos legítimos, democráticos y sostenibles” (Payne, 2006: 90).

La gobernabilidad en una república democrática presidencialista, de poderes del Estado separados e independientes, corresponde en primera instancia al Presidente. En los presidencialismos la gobernabilidad se ve favorecida por cuanto las facultades del Presidente son meridianamente mayores que las del Legislativo, contando con atribuciones constitucionales como la del uso de poderes unilaterales de emisión de decretos con carácter de ley y uso del veto, además de poderes integrativos como la aplicación de urgencias a las discusiones de leyes (Cox & Morgenstern, 2001). También infiere en el grado de gobernabilidad las facultades del Poder Legislativo frente a los actos de gobierno puesto que las constituciones les confieren a los congresos atribuciones como el control de los actos de gobierno –comisiones investigadores, fiscalización, interpelación y acusación constitucional– y también la posibilidad de hacer peso a los vetos presidenciales a través de las insistencias (Alcántara & Sánchez, 2001).

En el ejercicio del gobierno, el Presidente buscará apoyos en el Poder Legislativo, comprendido como un órgano colegiado cuyos miembros son electos por la ciudadanía para diseñar, aprobar o rechazar las leyes que permitan llevar a cabo las reformas del programa de gobierno (a diferencia del Poder Judicial cuya composición está normada y no depende de la voluntad popular directamente puesto que aplica la justicia y para ello requiere de imparcialidad y apego estricto a la norma). El Poder Legislativo al estar conformado por legisladores electos democráticamente también está dominado por partidos políticos que acceden a escaños por medio del voto, lo que hace que la gobernabilidad democrática dependa también de un sistema electoral, sistema de partidos y el tipo de legislatura a la que se enfrente el presidente. 

El sistema electoral es definido como “el conjunto de normas que determinan las formalidades y procedimientos con que los electores seleccionan a los candidatos y partidos políticos de su preferencia y la manera en que su voto determina la asignación de escaños y cargos gubernamentales entre las distintas fuerzas políticas participantes” (Nohlen, 1998a en Payne, 2006: 41) y va a influir en la gobernabilidad en la medida que su diseño propenda a formar mayorías parlamentarias en el Congreso o a generar un Congreso con alta fragmentación partidaria que obstruyan o catalicen las reformas comprendidas en los programas de gobierno. Incluso, “el sistema electoral influye en la gobernabilidad por su impacto en la estructura y el funcionamiento del sistema de partidos políticos” (Payne, 2006: 41), que pueden definirse en función de si son ideológicos o programáticos, basados en clivajes históricos, por su tamaño o bien por la cantidad de partidos que existen pudiendo haber partido único en totalitarismos (gobernabilidad total), ningún partido dada la prohibición de éstos en las dictaduras autoritarias (gobernabilidad total), bipartidismo como en Estados Unidos e Inglaterra, partidos hegemónicos como el PRI de México y varios partidos pequeños a su alrededor o bien un sistema multipartidista centrípeto como el chileno donde se busca en centro o un multipartidista centrífugo tendiente a la polarización como en Chile pre 1973. 

Otra variable de la gobernabilidad de un Presidente que busca realizar su programa de gobierno son los tipos de legislaturas a las que se enfrenta en su mandato por cuanto en el lenguaje de Cox y Morgenstern, un Presidente que se enfrenta a congresos recalcitrantes tenderá a tener una baja gobernabilidad ya que su programa de gobierno no hará eco en el Legislativo lo que podría llevarlo a transformarse en un Presidente Imperial que a base de medidas constitucionales unilaterales logra imponerse pero de todas maneras arriesga y roe la calidad de la democracia acercándose cada vez más a sus límites con el autoritarismo. En el otro extremo, está la situación de una legislatura subordinada y reactiva cuya principal actividad es tramitar las leyes que envía el Presidente en donde la gobernabilidad alcanzará su máximo (Cox y Morgenstern, 2001), no obstante también ello funciona como un incentivo perverso porque en la medida que el Poder Legislativo no represente para el Presidente un contrapeso fuerte, es probable que éste envíe medidas que le permitan ampliar lo favorecido de su posición, abusar del poder o perpetuarse en él a través de la reelección formando dictaduras democráticas (Payne & Allamand, 2006). Lo anterior fue la estrategia de Roosevelt para lidiar con los coletazos de la Gran Depresión de 1929, pero también la de Perú y Venezuela donde "los presidentes Fujimori y Chávez apelaron a su mandato popular para cerrar unos congresos poco cooperativos y, posteriormente, volver a redactar sus Constituciones para reforzar ampliamente los poderes del presidente" (Robinson y Acemoglu, 2012: 385).

Por último, es preciso mencionar a las instituciones informales como otra variable más de la gobernabilidad democrática por cuanto permiten compensar, acomodar o complementar reglas formales rígidas en especial en el caso chileno en donde el Presidente amplia su espectro de estrategias políticas y puede obtener más apoyo de los partidos incluso de la oposición (Siavelis, 2006), lo que también es un punto a favor para lograr cumplir con su programa de gobierno y aumentar el número de variables que controla. Por ejemplo, está la institución informal de la proporcionalidad o cuoteo ministerial en donde existe una relaciones proporcional entre el número de escaños de un partido y su presencia en las carteras de las secretarías de Estado. Por lo general, ministros y subsecretarios pertenecen a partidos distintos para mantener el equilibrio de poder en los ministerios.[1]

La gobernabilidad cobra importancia en los sistemas políticos democráticos porque en la medida que un Presidente se desplaza hacia la ingobernabilidad pone en tensión a todo el sistema político comprendido como un conjunto de conductas relacionadas a partir de las que se asignan valores con autoridad en un sistema social (Zelasnik, 2003 en Pinto). La importancia del sistema político y su dependencia de los niveles de gobernabilidad es explicada por David Easton que afirma que los sistemas políticos deben asignar valores sociales y hacer que sus miembros las acepten como obligatorias, lo que distingue al sistema político de los otros ya que obligan a la vida política, “sin ellas no se diría que una sociedad tiene vida política. Y podríamos dar por sentado que ninguna sociedad podría existir sin alguna clase de sistema político” (Easton, 1993: 225). Sin un Presidente que logre mantener los puntos de equilibrios sanamente se pone en riesgo el sistema político entero que se compone de autoridades, un régimen político por el que se toma decisiones y se aplican según las reglas del juego que reflejan a través de sus instituciones las ideologías, las creencias y valores democráticos, y también se arriesga la sana convivencia de la comunidad política según el esquema de sistema político que aporta Zelasnik (2003, en Pinto).

Respecto de la gobernabilidad como objeto de estudio comparado, es necesario aclarar que para efectos de comparación se requiere que los sujetos de estudio contengan elementos en común básicos, por tanto, estudiar comparativamente a un país latinoamericano con Estados Unidos o con otro europeo no tiene sentido porque las estructuras institucionales de régimen político difieren por lo que no hay puntos de comparación. Sí se puede comparar gobernabilidades entre países latinoamericanos que tienen presidencialismos más uniformes y son repúblicas guardando las salvedades de descentralización del poder. Si bien Estados Unidos es una república también, no se puede comparar con América Latina ya que esta tiene presidencialismos con facultades al ejecutivo mucho más exageradas que en Norteamérica en donde recientemente y dado el equilibrio de poder, la administración pública sufrió un paro legal de actividades por falta de presupuesto ya que el Congreso dominado por las fuerzas republicanas no aprobó el presupuesto como medida de presión a la reforma de salud del Presidente Obama que no contaba con las atribuciones constitucionales necesarias para forzar al Congreso como sí habría pasado en América Latina[2], por tanto, es recomendable realizar comparación en el mismo Estados Unidos con ejes temporales o gobiernos diferentes. En cambio, en Europa –a excepción de Francia- es posible realizar comparaciones entre distintos países y con mayor éxito que en América Latina por cuanto la vida en democracia de los países latinoamericanos es diametralmente menor que las de Europa. 

La destitución del Exministro de Educación Harald Bayer ha sido una de las muestras más evidentes de la crisis de gobernabilidad[3] del Presidente Piñera que relaciona los conceptos revisados por cuanto no logró generar los incentivos propios para revertir la situación adversa en la votación. La destitución en sí misma fue un tropiezo fuerte para la derecha que terminó por confirmar que el Presidente Piñera ya no tenía el control de todas las aristas políticas para cumplir con su programa de gobierno a lo que se le suma la derrota frente a la delincuencia, una de sus promesas de campaña más ambiciosas que terminó por sumir al gobierno en múltiples intentos de culpar al Poder Judicial de su fracaso y descontrol de la seguridad pública[4]. Si bien estos hechos son los que evidencian el escaso nivel de gobernabilidad del presidente, el descontrol comenzó con las protestas estudiantiles en donde el gobierno no logró detener un paro estudiantil que duró más de seis meses y desde el cual no ha logrado repuntar en las encuestas de aprobación.

A la luz del contexto político chileno, el Presidente Piñera cuenta con un escaso margen de gobernabilidad. Por una parte, la encuesta Adimark entre febrero y junio de 2013 dio una aprobación al Presidente que no superó el 40% de aprobación promedio, mientras que su desaprobación desde febrero a junio promedió el 52,4% dando cuenta de una opinión pública inelástica a los logros pero sensible a los errores, lo que muestra a un gobierno incapaz de proyectar triunfos. En el Congreso, la Alianza cuenta con 56 diputados y 16 senadores frente a 57 diputados y 16 senadores de la oposición además de 7 diputados y 2 senadores fuera de pactos partidarios. Con estas cifras, el escenario se muestra con poco margen de maniobra política para aumentar la gobernabilidad. De todas maneras, el número de parlamentarios oficialistas es suficiente para frenar cualquier intento de reforma política opositor que requiera de quórum calificado. Independiente de estos resultados, el ejecutivo ha gobernado dentro de los límites de la democracia pero perdido capital político y el control de ciertas variables decisivas, siendo otras derrotas políticas importantes el triunfo mayoritario de la oposición en las elecciones municipales y primarias y las cuatro candidaturas presidenciales distintas del oficialismo[5]

Bibliografía

Acemoglu, D. & Robinson, J. (2012), Por qué fracasan los países. Los orígenes del poder, la prosperidad y pobreza. Ediciones Deusto: Barcelona. 
Alcántara & Sánchez (2001), Veto, insistencia y control político en América Latina: una aproximación institucional. Perfiles latinoamericanos(19), 153-179. 
Cox & Morgenstern (2001). Legislaturas reactivas y presidentes proactivos en América Latina. Desarrollo Económico, 41(163), 373-393. 
Easton, D. (1992), Categorías para el análisis sistémico de la política en Diez textos básicos de Ciencia Política. Barcelona: Ariel. 
Matus, C. (1997), Los tres cinturones del gobierno. Caracas: Fundación Altadir. 
Payne, M. (2006). El equilibrio de poder entre el Ejecutivo y el Legislativo: papel de la Constitución y los partidos políticos. En M. Payne, La política importa: democracia y desarrollo en América Latina (págs. 91-125). Washington DC: IDB Bookstore. 
Payne & Allamand (2006). El equilibrio de poder entre el Ejecutivo y el Legislativo: papel de la Constitución y los partidos políticos. En M. Payne, La política importa: democracia y desarrollo en América Latina (págs. 19-39). Washington DC: IDB Bookstore. 
Siavelis, P. (2006), “Accommodating Informal Instutions and Chilean Democracy” en Helmke, G. y Levitsky, S. eds. Informal Institutions and Democracy. Lessons from Latin America. Baltimore, M.D. The Johns Hopkins University Press. 
Zelasnik, J. (2003), El Gobierno. En Pinto (comp). Introducción a la Ciencia Política. Buenos Aires: Eudeba. 


[1] Otras instituciones informales son el Seguro del subcampeón, el partido transversal y la política de los acuerdos. 

[2] Véase en “Sin acuerdo en EE.UU. a menos de 24 horas de la suspensión de pagos”, disponible en http://internacional.elpais.com/internacional/2013/10/16/actualidad/1381876316_314697.html; extraído el día viernes 15 de noviembre. 

[3] Véase en “Expresidente Lagos: problemas de gobernabilidad de la derecha podrían continuar con Matthei”, disponible en http://www.biobiochile.cl/2013/11/11/ex-presidente-lagos-defiende-la-validez-de-marcar-asamblea-constituyente.shtml; extraído el día viernes 15 de noviembre.

[4] Véase en Directo de Adimark: “La delincuencia se esta transformando en el talón de Aquiles del Gobierno”, disponible en http://www.biobiochile.cl/2013/09/05/director-de-adimark-la-delincuencia-se-esta-transformando-en-el-talon-de-aquiles-del-gobierno.shtml; extraído el día viernes 15 de noviembre.

[5] Faltaban sólo cuatro meses para las elecciones presidenciales y el oficialismo había reconocido como candidatos a Laurence Golborne, Andrés Allamand, Pablo Longueira y Evelyn Matthei. También a causa de estas imprecisiones, el ejecutivo perdió siete ministros políticos (los cuatro anteriores más Joaquín Lavín, Luciano Cruz Coke y Catalina Parot).

sábado, 9 de noviembre de 2013

Intrarreflexión

Tengo un alto impune de loza sin lavar en la cocina sería la mejor metáfora para representar la ausencia que he tenido en mi querido blog. No he hilado, en todo caso, una historia con una clara columna vertebral, sólo intentos que raudos abortan misión. 

Siempre hay algo que hacer, como ahora que debo ir a dormir para levantarme temprano mañana y hacer el Sábado de las Profesiones de los Trabajos Voluntarios Nueva Guanaco. Es probable que me llame Claudio para que vaya a cuidar su casa pero yo no iré, querré dormir, evitar el calor y además él no quiso ir a la actividad de los profesionales por ello es que tomo esta venganza infantil. De todas formas, volver a encontrarme con su exesposa no me hace ninguna gracia, qué  mujer más pesada. Bueno, Claudio tampoco es una panal de abejas, raro que tengan un hijo tan simpático.

Hay que leer para la minuta del seminario, casi doscientas hojas. Prometo hacerlo mañana. Prometo hacerlo mañana y acordarme del joven Ignacio que me lo encuentro hasta en la sopa. También recordaré a Nicolás aunque ahora con menor cariño, con menor gusto porque seguramente veré en las redes sociales a algún vegano que deba tener como himno Resistiré. Y no iré a la fiesta de disfraces a que me convidaron ni a ningún evento de desclase más que a votar por Michelle Bachelet. 

Lo siento joven Ignacio, joven Nicolás, joven Isidro y juventudes revolucionarias apuestas: mi corazón lo tiene Verónica, la madre de Chile desde hace mucho tiempo. 

Ah y antes de despedirme y ya que estoy en el espacio de los descargos diré descargo uno dos puntos esa muchacha que se pinta el pelo realmente le tomó el olfato a la situación, quiere ser como yo porque quieren que la quieran como me quiere a mí su actual pinche (les recuerdo que me gusta usar términos de los senectos), tuiteo de noticias, interés en la política, mis mismas canciones favoritas, ¡ah! si falta que le gusten los gatos, que use los dos signos de exclamación y que tenga un blog melancólico y soñador como el mío. Pobre de ella que empiece a tuitearle a mi @JuanaRivers. Ahí sí que no. Pero bueno, ellos se prefirieron y eso lo respeto yo como a la democracia. Es una relación tan traumante, transmisión de salivas intra amigos mediante. Toco madera, un, dos, tres. 

Descargo dos dos puntos sólo porque soy respetuoso no diré su nombre aunque creo que todos deben compartir mi juicio, incluso, esta muchacha que a la distancia me saca de quicios. Es que da la impresión de que ya ni ella se soporta, que no soporta más sus llantos de cocodrilos manipuladores, ¡sí señor! manipuladores... Despertar y tiene pena, comer y tiene pena, hablar y tiene pena, leer y tiene pena... ¡qué insoportable! Pero esa es una estrategia, claro que sí, la victimización para dar tanta pena que nadie más quiera hacer algo que quiere hacer por miedo a dañarla. Y bueno, a qué llegamos acá: a la definición más básica de poder, a la de Dahl (por fín di contenido a este mamotrejo quejumbroso). Manipulo para controlar a la distancia, para mantener mi posición de poder en todos lados, mientras todos creen que yo sufro en realidad gozo de mi poder de tener al mundo a mis pies con dos o tres palabras. Conozco esa patraña, mija o mi hija. Si hasta ahí hay política chata, no te me vengas a hacer acá. A otro perro con ese hueso. Yo debiera de ser más bellaco y abrir los ojos a este amigo atolondrado pero la gente enamorada no es capaz de ver debajo del agua. No, no. Si me pagaran millones por irme fuera iría feliz a hacer y deshacer, a amar y ser amado aunque hubiera que pagar, pero no me iría a llorar porque me angustia perder el control. 

Me retiro. Creo que escribí mucho como para estar en Mercurio retrógrado pero me desahogué. Así como este blog mereció también volver a ser sacudido de su polvo y abandono, la loza merece ser lavada de su moho y lavazas de detergente barato.