De principio
a fin, Annie Ernaux comparte una vivencia íntima y personal, un proceso que comenzó apenas supo que se encontraba en gravidez. Decidida a no convertirse en madre, Annie reflexiona acerca de las limitaciones para ejercer su derecho reproductivo, cual en la juventud de la autora no estaba consagrado en la legislación francesa, por el contrario, estaba prohibido.
Este relato en primera persona está despojado de cualquier eufemismo y emoción, ya que en palabras de la misma autora, no estaba considerado detener la ejecución de su decisión por la interposición quizás manipuladora de la lástima o del instinto del que no era dueña.
En esta obra, la Premio Nobel pone de manifiesto los métodos que se manejaban en la Francia del siglo XX para interrumpir la gravidez, el alcance punitivo de la legislación, el boca-a-boca para traspasar datos de personas que practicaban abortos y los peligros del aborto clandestino. También, cuenta los detalles del "acontecimiento" -como ella prefirió llamar a su aborto- desde su planificación, búsquedas, ejecución y efectos.
En definitiva, El Acontecimiento es una obra icónica de Annie Ernaux y un infaltable para los movimientos feministas y que promueven el acceso y consagración de los derechos reproductivos de las mujeres. Sin adornos, sin ripios ni historias innecesarias, con una traducción de calidad a manos de Berta y Mercedes Corral Corral (Tusquets Ediciones, Colección Andanzas), este relato tan personal intriga e impacta a quien lo lea. A continuación, extractos de la narración.
"No me producía ninguna aprensión la idea de abortar. Me parecía, si no fácil, al menos factible; que no era necesario tener ningún valor especial para hacerlo" (Ernaux, 2001).
"Estaba por todas partes. En los eufemismos y los lítotes de mi agenda, en los ojos saltones de Jean T., en los matrimonios forzados, en el filme Los paraguas de Cherburgo, en la vergüenza de las mujeres que abortaban y en la reprobación de las otras. En la imposibilidad absoluta de imaginar que un día las mujeres pudieran abortar libremente. Y, como de costumbre, era imposible determinar si el aborto estaba prohibido porque estaba mal, o si estaba mal porque estaba prohibido. Se juzgaba con relación a la ley, no se juzgaba la ley" (Ernaux, 2001).