La muerte
del padre como detonante de una reflexión sincera, sin miedo a la herida ajena
es el primer resumen que viene al teclado a la hora de pensar en El lugar de Annie Ernaux. Elevada a los
estantes de las librerías francesas en 2002, esta novela autobiográfica navega
por la racionalidad y emociones de su autora frente a su padre moribundo.
Rememorando
los alcances sociales de la Francia posguerra, la autora se enfrenta a la compleja
relación con su padre y la percepción de él en la medida que va creciendo, lo
recuerda en distintas épocas, como obrero y comerciante, como un hombre duro y
orgulloso. Lo analiza también desde la fotografía y las facciones que él deja
retratadas en la cámara. Como se suele decir, nadie se baña dos veces en el
mismo río y es eso lo que se puede apreciar en la lectura, padre e hija van
transitando por distintos lugares socioeconómicos y emocionales que se acercan
más o menos, pero no se tocan.
Fiel a su estilo, la autora se despoja del sentimentalismo con el afán de exponerse
a sí misma casi como el objeto de su propio estudio, generando una narración
gráfica y silenciosa pero con ritmo, de todas maneras. Hay un mejor nivel en la
traducción al castellano, las ideas ya no se tropiezas y las estructuras
gramaticales del francés están mejor armonizadas que en La Vergüenza.
Esta
novela es una recomendación que podría resultar útil para el público asiduo al
género de la autobiografía, pero denso para quienes prefieren literatura con
pirotecnia y efectos especiales; de la misma manera, podría resultar
estimulante y cautivador para quienes tengan relaciones no resueltas o
conflictivas con sus padres, o estudiantes de la salud mental.
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