El año
2018, la promesa de la novela criminal, Joël Dicker, lanzaba una nueva entrega
a las estanterías, continuando en los parajes de la costa de Estados Unidos. Se
trataba de “La desaparición de Stephanie Mailer”, un denso thriller que conformó
un ladrillo más en el muro de su incipiente obra.
El año
1994, el equipo de la policía local de Orphea en Los Hamptons, Estados Unidos, conformado
por Jesse Rosenberg y Derek Scott cerraba uno de los casos más enigmáticos de
su época: el asesinato del alcalde Brown, toda su familia y una testigo que
corría por el sitio del suceso. Sin embargo, décadas más tarde, la periodista
Stephanie Mailer asistiría a la ceremonia de despedida de Jesse Rosenberg de la policía para
comunicarles que habían errado de asesino en el caso Brown. Acto seguido, Stephanie desaparece
sin dejar demasiados rastros. A partir de ese momento, se abren dos líneas
investigativas: el paradero de la periodista y el verdadero asesino de la
familia Brown.
Como es
de esperar en una novela de más de 600 páginas, abundan los personajes y los
saltos temporales, lo que permitirá abrir un espectro de escenas, hechos y
motivos que harán perder al lector la trazabilidad sobre el responsable de los
crímenes del apacible burgo de Nueva York. Cada cierta cantidad de páginas van
cambiando las líneas argumentativas y narrativas, lo que tiene la ventaja de no
aburrir ni volver monótono el relato, aunque so pena de generar en el lector
una sensación de mareo, de querer renunciar en la búsqueda del culpable.
Esta
novela aborda distintas aristas de la vida occidental como el efecto de
trabajos desafiantes en matrimonios incipientes, la corrupción, el bullying, la envidia, la drogadicción
juvenil, la decadencia literaria, etc. También, se deja ver un prematuro
coqueteo entre el autor y las tramas de delitos fiscales y financieros.
Mi personaje favorito: Anna Kanner, una policía de Nueva York que llega a unirse a Derek y Jesse. Pese a haber sido una prodigiosa abogada siguió su vocación policial lo que la obligó a pagar altos costos personales. En Orphea, lidiará contra el machismo y sexismo de sus colegas varones.
Hay algo
de todas maneras en esta novela que no terminó por convencerme: la obra de
teatro “La noche negra”, un botadero de páginas y personajes que dicen tener
relación con el captor de Stephanie Mailer y con el verdadero asesino de los
Brown, supuestamente dirigida por Kirk Harvey, un antiguo policía de Orphea en 1994. Se
podría haber prescindido totalmente de este elemento que tomó demasiado
protagonismo y que se deshizo como un castillo de naipes.
No es una
novela mala, pero tampoco imprescindible en la literatura de Dicker, pudiendo
convertirse en una linda compañera de vacaciones o en una buena pieza para
sacar al lector de su bloqueo. Disponible en formato e-book.
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