Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

domingo, 28 de julio de 2024

Opinión: Los renglones torcidos de Dios por Torcuato Luca de Tena

 


La salud mental es el trending topic de las campañas políticas de los últimos años, pero no lo era cuando el español Torcuato Luca de Tena publicó su novela Los renglones torcidos de Dios en 1979. Casas de reposo, manicomios, centros de sanación, puntos de rehabilitación, nombres más, denominaciones menos, el punto es que la salud mental de seres afectados, perturbados o traumados, desde hace décadas viene gritando auxilio a los tomadores de decisiones.

Alice Gould es una detective profesional que llega al hospital psiquiátrico Nuestra Señora de la Fuentecilla fingiendo ser una paciente mental con el fin de resolver un crimen cuyo principal sospechoso estaba internado en el sanatorio. Una vez inserta allí comienza a embadurnarse de la realidad de los pacientes que se le acercan y el cuerpo médico, haciendo el ejercicio de la observación participante tal como lo hizo Luca de Tena previo a escribir la novela analizada. 

Con excelencia al abordar el lenguaje de la psicología y psiquiatría, y un conocimiento demostrado en las áreas de las corrientes de la disciplina, Luca de Tena narra con mucha facilidad y arte las divagaciones en la mente analítica y brillante de su protagonista. Tiene coherencia en la narración, conexión entre las historias, balance entre la proporción que les entrega a ellas y los personajes, y la bella capacidad de mantener al lector concentrado, confundido, atento a las pistas y distractores.

Sin escatimar en los laureles que merece esta obra, precisa destacar el vasto vocabulario castellano que se emplea en esta novela, algo que se extraña muchísimo en los títulos de los autores actuales, paupérrimos en el empleo de la lengua. Vocablos como asaz, grey, altozano, lontananza, regato, bogar, óbice, etc., realzan el relato, fortalecen la conexión del lector y su idioma. Probablemente en traducciones a otras lenguas, suceda el mismo efecto.

En la plataforma Netflix se encuentra la película que se produjo el año 2022 por Atresmedia Cine y fue dirigida por Oriol Paulo. La vi. Si bien me pareció una buena historia, no logra dar con la excelencia de la novela, sin contar que se toma demasiadas libertades editoriales al cambiar partes de la historia y el rol de los personajes en el desarrollo de los hechos. Sin ir más lejos, el título “Los renglones torcidos de Dios” proviene del parlamento del personaje “El Astrólogo” conocido también como “El autor de la Teoría de los Nueve Universos” y no del director de Nuestra Señora de La Fuentecilla, el doctor Samuel Alvar.

Cabe hacer mención honrosa al capítulo R. OTOÑO del que cito el siguiente extracto:

«Recordó los versos de Jorge Manrique:

…querer el hombre vivir

cuando Dios quiere que muera

es locura.

Y los recompuso de esta suerte:

 

No es cordura

querer hacer revivir

a aquel que quiere morir.

 

¡Ah, qué terrible es el sino de los pobres locos, esos “renglones torcidos”, esos yerros, esas faltas de ortografía del Creador, como los llamaba “el Autor de la Teoría de los Nueve Universos”, ignorante de que él era uno de los más torcidos de todos los renglones de la caligrafía divina! » (Luca de Tena, 1979, pág. 320).






Opinión: Esta herida llena de peces por Lorena Salazar Masso


Un niño adoptado es solicitado de vuelta por su madre biológica en Quibdó, Colombia. Su madre adoptiva, quien es la voz que le da vida a Esta herida llena de peces, se embarca junto a su hijo adoptivo en el río Atrato, haciendo largas reflexiones sobre el dolor de tener que entregar al niño que criaba hace cinco años y combinando los hechos del viaje con sus experiencias personales de niña.

A lo largo de la lectura, se puede ir apreciando un paralelo entre el dolor de la protagonista con aquel que ha sufrido el pueblo colombiano a causa de la guerrilla, bañando el relato con los colores de la selva, las jergas del Chocó y los ritos de una región acechada por la sangre de los conflictos armados.

Esta novela tiene 183 páginas (novena edición de la Colección Ópera Prima, Angosta Editores) y sin embargo, no se hace una lectura fluida. En la mayoría del texto, hay mucha pausa, narra en tiempo presente simple y abundan los puntos seguidos luego de frases de no más de diez palabras. También, tiene una carga dolorosa excesiva, un desequilibrio que a menudo vuelve la lectura plana ya que no hay inflexiones ni efectos sorpresa. Es un relato narrado lágrima a lágrima.

Por otra parte, pone de manifiesto la maternidad adoptiva, las diferencias sociales de la Colombia de la guerrilla, la cultura de los pueblos entorno a los ríos y también las brechas raciales entre blancos y afroamericanos. El desenlace de esta triste novela no está exento de tragedia, salvo que a esa altura se transforma en conmoción producto de un conflicto humano donde el precio lo pagan civiles inocentes utilizados como rehenes y monedas de cambio.

La edición del libro impreso está en amarillo y azul; el rojo que completa los colores de la bandera de Colombia está en toda la sangre derramada en el relato (interpretación propia). Asimismo, los párrafos no se encuentran justificados sino que tiene el texto alineado a la izquierda ¿sugerencias editorial de Lorena Salazar Masso?, aun cuando puede hacer referencia a la irregularidad con que el agua de los ríos baña sus riberas.

Mi opinión ya está escrita; el riesgo de zambullirse en este río de llanto es vuestro.