Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

domingo, 2 de junio de 2024

Opinión: Tokyo Vice por Jake Adelstein

 


El crimen organizado no es algo nuevo, lleva mucho tiempo causando daño en distintas sociedades del mundo. Así como en Centroamérica estaban las maras, el cartel de la droga en México y el Tren de Aragua en Venezuela, en Japón sufrían por los delitos de la yakuza. Las yakuzas son el genérico para las mafias japonesas que giran principalmente en el comercio de la explotación sexual y la industria de la usura financiera.  

Jake Adelstein[1], periodista y escritor estadounidense relata en Tokyo Vice (2009) su experiencia profesional como reportero del crimen japonés con bastante éxito, llevando al lectorado occidental a conocer de la cultura nipona, sus costumbres, jerarquías sociales, creencias y valores, así como los primeros pasos que dio en el periodismo.

En la primera parte de la historia narra su postulación e ingreso al diario más importante de Japón, el Yomiuri Shimbun y los ritos de iniciación para los novatos que él tuvo que vivir por partida doble al ser extranjero. Punto notable de esta primera parte es la narración de cómo un profesional de más experiencia le enseña a Jake Adelstein las normas éticas, teóricas y prácticas del periodismo como la protección a todo evento de las fuentes, la velocidad de la información, las primicias y la confirmación de la información hasta con tres fuentes diferentes.

Luego, el autor narrará las primeras coberturas que tuvo que hacer sin dejar, en momento alguno, de comentar sus impresiones de la cultura japonesa, como la xenofobia, el respeto a los mayores, el honor y la obsesión nacional con los manuales. No obstante haber comenzado la obra con una escena que se supone es el desenlace del relato, es fácil advertir que los casos que se van leyendo tienen poca relación con esa apertura y cierre, sirviendo más bien de relleno que como elementos claves del supuesto clímax, cual es la amenaza de muerte que le hace uno de los yakuzas más poderosos de Tokio.

Pese a eso, no deja de ser un relato periodístico intenso y se nota en la lectura la calidad profesional de Jake Adelstein, porque maneja técnicas narrativas propias de un periodista de sucesos, sabe contar la noticia y mantener al lector interesado hasta el final.

Merece particular mención el abordaje que hace Adelstein al mal desempeño del gobierno japonés a la hora de abordar temas sensibles para las mujeres y extranjeras, poniendo de manifiesto que no eran de relevancia para el poder institucional. Para tal cometido, narra el caso de Lucie Blackman[2] o la costumbre de que en los eventos sociales las mujeres deben servir la comida a los hombres. Adelstein no tiene pelos en los dedos para escribir claramente que a Japón no le importaban los crímenes en que las mujeres extranjeras eran víctimas, salvo que tuvieran que vivir una vergüenza internacional, en donde su honra nacional se viera altamente perjudicada.

Nunca hay que subestimar el poder de la humillación nacional para conseguir que el gobierno de Japón mueva el culo.” (Adelstein, 2009, pág. 387)

La policía no trata a las chicas de compañía como víctimas sino como victimarias, como prostitutas codiciosas y manipuladoras. Sobre todo a las que son extranjeras. No sé qué podría hacerse para cambiar esa mentalidad. La víctima, por más que sea prostituta, sigue siendo una víctima. Las prostitutas tienen derecho a decir que no. (Adelstein, 2009, pág. 295)

Mención honrosa al capítulo “Flores de tarde” y a cómo el autor explica con su propia experiencia el concepto “yarusenai”, un estado de desesperanza y dolor. También es importante relevar que este libro aborda temas muy delicados como el suicidio, por cuanto es necesario advertir discreción previamente al lectorado. No es en lo absoluto un texto para niñas, niños ni adolescentes. Se agradece la traducción al castellano de Ana Camallonga Claveria en 2021. Este libro está disponible en formato e-book.