Detenerse es morir.
Y el viento lo sabe.
Las nuevas lluvias y los fríos
dan alas al viento que las coge aprisa.
El los ojos de las violetas
hay un perfume de melancolía.
Tus pesares en horas secretas
robo y apuro de golpe.
¿No sientes de tu puerta
los gatos negros en la fuga?
Las nuevas lluvias y los fríos
ahuyentan las alondras.
Las golondrinas lejanas, olvidan.
Las palomas junto a mí, revolotean.
En mi corazón se clavan ansias desconocidas.
Suspira cuando florece la reina de la noche.
Y a la luz de una luna desolada
mi faz palidece.
Será tu cuerpo una desierta calle,
será mi cuerpo un jardín entristecido.
Las nuevas lluvias y los fríos
traen del tiempo reminiscencias.
¿No sientes el badajo de los recuerdos
martillar en la campana de los años?
Tren la vida, veloz y silencioso.
Mi tren repliégase en sí mismo.
Se detiene casi...
Mi pena, la pena del viento.
Y en el viento Dios habla.
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