Déjame que te quiera
así, calladamente,
sin ansias, sin palabras,
sin inquietud,
como humo que muere
en el azul.
Como una melodía
que se olvida.
Sin risas estridentes
de alegría,
sin llanto quejumbroso
en el dolor.
Quieta, ahogadamente,
sin voz.
Que sea mi ternura
como el eco
de dos alas que vuelan
a lo lejos.
Como sombra perdida
en el confín.
Déjame que te quiera
silenciosamente.
Sin ansias, sin palabras,
¡así!
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