Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

sábado, 25 de agosto de 2012

Kike Morandé: El señor de la Querencia de la televisión chilena

Para ser sincero, habría preferido mil veces escribir desde el nuevo notebook una entrada más optimista, contar de alguna conquista, algún logro o algo no humilde que me levantara el ego. He tenido de todo lo que he mencionado, pero cualquier cosa no merecía  más de un párrafo. Hoy me reivindico como candidato a columnista o líder de opinión. Si usted de alguna manera u otra se ofendió con los diversos esquemas del programa del patrón de fundo de la televisión chilena, considere esta columna como propia.

Es viernes y llegó la noche. No estoy de fiesta ni en alguna reunión social bebiendo algún licor. Estoy solo en el departamento en conversaciones conmigo mismo y mirando televisión; me dieron las diez de la noche y empezó Primer Plano, el programa de farándula de nuestra tele. Si no cambié el canal fue sólo porque consideré que había una discusión interesante pero mal conducida y armada. Representantes de la Iglesia Evangélica comentaban sus impresiones y pareceres frente a la caricaturización de sus pastores y hermanas en el programa nocturno conducido por Kike. Al caracterizar a este ser humano no hace falta muchas palabras ni párrafos enteros, por mi parte me apronto a decir que es un hombre con rasgos de latifundista, abiertamente de derecha conservadora, pinochetista, machista, homofóbico, de aquellos que piensa que tiene amigos, etc. Algo me hizo pensar en que hay otro adjetivo que le calza bien: fascista. ¿Pero por qué fascista? Además de tener en cuenta que aprueba el régimen dictatorial de Pinochet de forma pública, a lo largo de las once temporadas en que ha tenido el (lamentablemente) estelar del pueblo al aire ha aprovechado de mofarse y humillar a diversos grupos que componen la estructura social de Chile, a las mujeres, peruanos, prostitutas, homosexuales, alcohólicos, niños y niñas que sufren de abandono, entre otros. ¿No calza eso con el rasgo fascista de situarse en un pedestal y mirar hacia abajo cómo la clase trabajadora se ríe de sus mismos problemas? Creo que sí, pese al sesgo que he cometido con toda conciencia. El tipo toma todo lo que le parece mal en la sociedad para burlarse de ellos, para que los mismos burlados se rían de sí mismos. La única diferencia en el paralelo entre lo descrito y un soldado nazi arrancándole la barba a un judío es que el último sabía que se lo estaba humillando.

Hace algún tiempo escribí En búsqueda de la homofobia y sus causas primeras para despotricar en contra de los factores que permitían asesinatos a homosexuales y su histórica discriminación. El caballero Kike ya estaba en las causales junto al detestable personaje y caricatura de Tonny Esbelt. En sus puestas en escena hacía humor con una estructura bastante básica y repetitiva en que Kike remataba los chistes con un "Quítate de aquí maricueca". Yo no tengo datos y dudo que alguien o alguna institución los pueda tener, pero hay muchos niños y niñas en este país que ven este programa junto a sus padres y reciben este mensaje sin cuestionarlo; mi hermana lo ve, cuando tenía menos edad también lo vi y no sólo en mi casa con mis padres. Pude comprobar con el tiempo que hay otros hogares en que los adultos aprueban que los niños consuman este tipo de basura, incluso los niños con los que desarrollo mis trabajos de voluntariado también comentan de personajes como La Rupertina, La Polillita, entre otros, los amigos de mi hermana de once años experimentan el mismo rito; de ir a alguna escuela pública o privada estoy seguro de que me hallaría en el mismo panorama. Es triste cómo los niños y niñas consumen homofobia, denostación a las diferencias y un ímpetu implícito de superioridad que en realidad no tienen; esto es tan palpable y su medio de verificación toma asidero en el bullying (en las noticias nos espantamos, pero en la noche nos olvidamos viendo en familia el estelar del pueblo). Creo que hemos llegado demasiado lejos al permitir que la televisión eduque más que un libro. 

Y hablando de la infancia, el cuadro es más triste cuando se pone en escena a La Polillita: una niña que llora mientras espera que su padre vuelva por ella luego de haber ido a comprar cigarros, pero el reencuentro nunca ocurre. Incluyéndome, nos hemos reído de esto, del dolor real que sienten los niños y niñas cuyos padres se han ido, quizá muerto y se sienten desamparados en la espera buscando distintas explicaciones a su abandono. Francisco Morandé permite estas situaciones en pantalla, mientras que detrás de ella puede haber un pequeño riéndose de sí sin saberlo o un adulto que vivió lo mismo años atrás. Por eso digo que él se ha puesto en un pedestal a mirar cómo tantos pueden reírse de sí sin darse cuenta y estoy seguro de que goza el espectáculo de sus rotos.

Ya hablé de los homosexuales y de los niños. Con eso dan ganas de que el Consejo Nacional de Televisión tome alguna posición al respecto y sin embargo esto no se ha acabado; los alcohólicos han sido otro blanco del estelar del pueblo. Pero no todo tipo de alcohólicos, sino los más pobres y vulnerables interpretados por personajes como el Che Copete, el Náufrago o Ruperto (con participación en el Festival de Viña del Mar). Seguramente pocos hemos dimensionado lo terrible que debe ser vivir con personas alcohólicas que entregan su dignidad de manera fácil para conseguir un litro más y dudo que la realidad de las personas alcohólicas sea de la misma liviandad con que se presenta en las pantallas de Mega de Lunes a Sábado; se distorsiona la realidad del alcoholismo y con ello la violencia intrafamiliar, los accidentes de tránsito, niños abusados o centros de rehabilitación lucrando, el cáncer hepático, el terror de los niños que ven llegar a sus padres con el tufo etílico. Podría seguir agravando la lista, pero con ello creo que es suficiente; de lo contrario mire a su alrededor. 

Las mujeres son las víctimas implícitas más perjudicadas desde mi punto de vista; desde un comienzo el estelar del pueblo puso en su escaparate a mujeres guapas, con rasgos evidentemente exuberantes, algunas usaban implantes de silicona para aumentar el tamaño de los bustos (malamente he escuchado a niñas que dicen que lo hacen no por verse bien, sino por que la imagen vende y ellas viven de eso). No voy a decir que el estelar del pueblo tenga por giro la cultura o la educación -en realidad, todo lo contrario- pero qué ofensivo debe ser para el resto de las mujeres ver cómo su función ante la sociedad según las señoritas Jannet, las Márlenes Olivaríes o las Adrianas Barrientos se reduce al mejor cuerpo, a la sonrisa más tapizada en labial o qué sé yo. Voy a ser categórico en lo siguiente: si no hay más hombres desnudos pudiendo cumplir la misma función que otras mujeres es porque Morandé siempre defenderá que su programa sea para hombres heterosexuales que llegan cansados del trabajo a ser atendidos por sus esposas, las que luego se sentarán a ver con ellos como su género es reducido socialmente a la belleza, lo harán de manera pasiva y quizá se diviertan, repitiendo el mismo esquema del niño abandonado. No estoy generalizando, sólo describo a la mayoría de la población objetivo del estelar del pueblo. En mi casa ocurre, en la de los vecinos también. Esta ha sido una estrategia incluso política. Qué mal por la cantidad enorme de mujeres que se ganan la vida con su trabajo, inteligencia y valentía, cómo no les va a costar a esta sociedad reducir brechas salariales en función del género, cómo no les va a costar a ellas llegar al poder. Así es la situación con Francisco Morandé, si la mujer es esforzada o trabajadora no puede ser linda ni estar en un puesto de poder (esto debe aterrarle a su dimensión machista) debe, pues, ridiculizarla y ponerle bigotes como a La Rupertina. 

El estelar del pueblo no sólo ha incentivado este tipo de violencias, con los Hermanos Sin Dolor, pudo disfrazar la violencia con traje de chiste y los niños y niñas lo imitaron en sus escuelas; ni quienes padecen enanismo se han salvado. Se ha frivolizado con la figura del delincuente chileno con La Malena o El Malo. Pero la polémica última del programa ha sido por la ridiculización del pueblo evangélico con Las Hermanas Evangélicas en que parodian los ritos religiosos de éstos. No voy a defender a la fé protestante, ni la católica ni a sus dogmas porque hay que reconocer que han sentado un amplio piso a la discriminación, pero sí me corresponde abogar por el derecho a pensar, decir, actuar y manifestarse de la manera en que uno esté convencido de que se debe hacer, de modo libre, dentro del marco del respeto y sin miedo a réplicas o a las impunes humillaciones públicas que ocurren en Morandé con Compañía a la cabeza de El Señor de la Querencia de la tele chilena, al que nadie le dice nada porque uno es amargado y no sabe reírse de sí o bien el Consejo Nacional de Televisión no sirve para nada. Porque si se ofendiera a los sacerdotes pedófilos de la Iglesia Católica, a los militares torturadores y golpistas, el programa no sería de Mega, no sería conducido por El Señor de la Querencia Morandé o bien el Consejo Nacional de Televisión habría puesto el grito en el cielo como lo hizo a El Club de la Comedia luego de parodiar a Jesucristo. 

Usted puede ver lo que quiera y para eso es libre dentro de la república; mis palabras le pueden parecer una soberana amargura o un sermón más. Pero cuando maten a otro Daniel Zamudio, a otra mujer, o abandonen a un niño no lo lamente tanto. 

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