Será que estoy viejo por dentro o es sólo un vicio más de la profesión que estudio. Quiero medir los aspectos de la vida, los avances, los tropiezos, las alegrías, las penas. Puede que de ahora en adelante, todos los 10 de Agosto me vea al trote de esta fría prácticas. Son dos las cosas que han dominado este día mis adentros: una idiotez producto de una ansiedad mal gestionada y una inquietud ante la necesidad de medir mis logros en veintidós años de vida. No es que quiera exponerlos en esta página, creo que me falta valentía para descubrir cuánto y quién he llegado a ser, finalmente tanto los logros como las derrotas se olvidan porque se está constantemente buscando algo más o se piensa que hay más necesidades, son los grandes hitos los que cuentan, las experiencias que nos construyen abriendo o cerrando etapas.
Mi papá me diría que ando "espeso" para decir que ando con el genio corto. Me lleva el nerviosismo y al parecer descubrí la causa y no es que vaya a cumplir veintidós años, es el cierre de semestre; luego de un mes y medio de paro, vuelven las evaluaciones y con ellas las madrugadas sin ir a dormir y Santiago, quiero que todo salga bien, el relajo no es buena señal antes de una prueba y por ahora lo que menos logro es concentrarme a pesar de que no he perdido el training. Todo se concentró en un fin de semana: kilos de bibliografía por releer, el cumpleaños, el viaje, la disertación, que no me vaya a ir mal, que me vaya a ir bien, que me cae mal el profesor pero él no sabe, mi cabeza cada vez tiene más espacio. ¡Cómo no voy a andar irritable!
Pero bueno, no hay mal que por bien no venga. A darlo todo, a dormir nada y a sonreír que es la manera mejor de expresar la gratitud a la vida, a los padres y a Dios por este nuevo año. ¡La victoria está cerca!
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