Se precisa de descaro para opinar sobre una novela de la literatura universal, un retrato del siglo XX latinoamericano, sobre un premio Nobel de las letras bajo la mirada de una opinión no experta. Como dicen mis amigos, quién es uno finalmente.
Hay tantas preguntas que formularse antes y después de leer Cien años de soledad [1] como por qué cien, por qué soledad, por qué se repiten los nombres, por qué gusta tanto una novela triste y desolada, pero son las respuestas a estas interrogantes las que pueden hacer que el lector esté evocando la magia de Macondo para siempre.
Dado que se trata de una historia nutrida de
personajes, generaciones y años, para reseñarla como merece se requiere tomar
distancia de la lectura inmediata a fin de juzgar sobre lo general y huir del
detallismo que podría resultar agobiante para mi mala memoria. Los Buendía son la familia fundadora de la aldea de Macondo, ubicada en algún lugar de El
Caribe y le afecta una suerte de pecado original o karma: el incesto. El matrimonio
de Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía procrea con el miedo de engendrar
seres humanos con cola de chancho puesto que son primos, aun cuando sus hijos nacen
sin aquella deformación genética, sin embargo, la atracción entre la misma
sangre se transformará en un patrón de conducta ya que con o sin conocimiento
los miembros de la estirpe Buendía se acercarán como el hierro a un magneto.
Otra característica que destaca en Cien
años de soledad es que se rompe con una regla de la narración de
diferenciar a los personajes en carácter y físico, no obstante y como si los
padres sufrieran de una incapacidad creativa repiten en todas las generaciones
de recién nacidos los nombres de Úrsula, José, Arcadio y Aureliano con pequeñas
modificaciones que permiten no perder el hilo de la historia,
aun cuando ello requerirá de una mínima concentración. La regla de esta novela
era que los Aurelianos y los Arcadios tuvieran personalidades muy parecidas, los
primeros eran tranquilos, introvertidos y les rodeaba un hálito de soledad,
mientras que los segundos eran de fiestas, conquistas y extrovertidos, al punto
que se instaló en la historia la teoría de que Aureliano Segundo y José Arcadio
Segundo se habían cambiado los papeles tantas veces que un día ya no supieron
quién era quién y quedaron con las personalidades del otro para siempre.
También abunda en Cien años de soledad el realismo mágico, una corriente literaria
donde lo imposible o inverosímil es parte de lo cotidiano como Mauricio
Babilonia cuya llegada o cercanía es anunciada por mariposas amarillas, lluvias incesantes de cinco años o una ciudad inundada de flores el mismo día en que murió su fundador, la
interacción de vivos y muertos, la ascensión al cielo de Remedios la bella y
más. También lo mágico es acompañado por una realidad bañada de guerra,
envidias, ejércitos, corrupción y explotación. Esta novela ilustra o recrea un
paralelo a las sociedades latinoamericanas del siglo XX invadidas de guerras
civiles sangrientas entre ejércitos poco inteligentes de liberales y
conservadores y la sempiterna cooptación de los medios de
comunicación a manos del poder económico, el relato de la historia y su
difusión en la voz de los ganadores o poderosos, el miedo e indefensión de los
humildes, la irrupción de la modernidad en la economía y la mala memoria
histórica de los pueblos que olvidaron a los tres mil trabajadores bananeros asesinados
por el ejército en plena huelga, guiñando al concepto de la verdad oficial. "Seguro que fue un sueño",
insistían los oficiales. "En Macondo no ha pasado nada, ni está pasando ni
pasará nunca. Este es un pueblo feliz". Así consumaron el exterminio de
los jefes sindicales.
Cien años de soledad es una obra que raya en la metáfora
al nivel tal que puede aplicar a cualquier país de América Latina o del tercer
mundo en sus periodos más oscuros. Es una narración bañada en técnica
narrativa, vocabulario, creatividad y una eficiencia de contar que los reductos
filosóficos más rebuscados son expresados con simpleza por personajes a la vez
muy complejos. Se mezcla bien lo político, lo moral, lo pasional y la
brutalidad sin dejar jamás de transmitirse la sensación de vacío y soledad que
envuelve a los Aurelianos y las mujeres Buendía a lo largo de cien años.
Por último, hay personajes que me causaron
mucha fascinación y si ya leyeron este imperativo literario latinoamericano,
quisiera saber si les pasó igual con El Judío Errante, Francisco El Hombre, El
sabio catalán, Visitación y Mauricio Babilonia. Desde luego, la invitación a no
morir sin haber leído esta obra universal está extendida, y en mi opinión es un
relato que genera una relación obra-autor llena de misterios como Leonardo da
Vinci y Gioconda o Miguel Ángel con la Bóveda de la Capilla Sixtina y la
Creación de Adán. Ritmo, pasión y técnica resumen a Cien años de soledad que por cierto, está disponible en formato e-book.
[1]https://es.wikipedia.org/wiki/Gabriel_Garc%C3%ADa_M%C3%A1rquez
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