Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

lunes, 7 de diciembre de 2020

Opinión: Para que no me olvides de Marcela Serrano

Para que no me olvides (1993) de Marcela Serrano es una novela que narra en primera persona las memorias de Blanca, una chilena adulta de clase acomodada, luego de que comenzase a desarrollar afasia, una enfermedad que crea trastornos en el lenguaje a raíz de un derrame cerebral. Esta patología le impidió volver a hablar de forma normal y en general, a comunicarse, lo que la va enterrando en un letargo y en el depósito perfecto de la lástima ajena. 

Los recuerdos que Blanca elige contar son aquellos que van moldeando a la mujer en que se convirtió, principalmente esculpida por la religión católica y un conservadurismo típico de la clase alta, machista y patriarcal. Desde esa óptica narra cómo la sociedad acomodada juzga desde una burbuja de clases, la infidelidad, la nulidad (separación), a las madres solteras, a los detenidos desaparecidos y cualquier cosa que se diferencie a ésta. 

La historia toma fuerza al principio y se estabiliza en el relato de cómo Blanca conoce a su amiga Victoria y por su intermedio a Gringo, dos figuras que provienen desde el Santiago que la protagonista ignora: el torturado y desaparecido por la dictadura de Augusto Pinochet. En medio de la publicación de los resultados de la Comisión Rettig[1], en la que Gringo y Victoria participaron entregando sus testimonios como víctimas, Blanca ve cómo su matrimonio se debilita en la medida que se acerca a Gringo y comienza con él una relación sentimental. Asimismo, en tanto la novela hace pausas en la Blanca afásica, pierde equilibrio ya que rompe el ritmo que trae la narración -en ocasiones muy intensa- para detenerse en largas reflexiones y cavilaciones que reflejan la incertidumbre natural de un personaje que enfrenta cada vez con más frecuencia la apatía y el desgano de vivir por no poder comunicarse. Esta muerte en vida y sus efectos inmediatos en Blanca permiten al lectorado advertir el impacto de una enfermedad que, si bien no es del todo inhabilitante, hunde a sus víctimas en un estado de silencio y prácticamente de ausencia civil en donde ya no cuentan, no tienen voluntad, no se les consultan las decisiones sobre sí mismos. Otras presencias fuertes en esta novela son el feminismo incipiente en el Chile de los noventa y la revelación de los crímenes de lesa humanidad perpetrados por la dictadura. 

Para que no me olvides es un título que cobra sentido en el desenlace, mientras que en el comienzo o desarrollo el lector podría ácidamente pensar que es una novela olvidable por su falta de pasión y riesgos aun teniendo personajes con potencial, cuyas historias y tópicos bien podrían haber dado mayor provecho, por ejemplo, misoginia, violencia de género, relativización de las violaciones a los derechos humanos, consumo de drogas duras y más. 

Finalmente, es posible señalar que hay un dominio de la voz excesivo de la protagonista y su psicología tan afectada (aunque es de reconocer que es un logro transmitir la inestabilidad de una paciente afásica recién diagnosticada), se pierde la oportunidad de dar paso a la voz de las psicologías infantiles o adolescentes de personajes como Bernardo, Trinidad o Jorge Ignacio, su hijo. Era de todas formas el riesgo que aceptó Marcela Serrano al otorgar el rol protagónico a una mujer de los 90 de clase alta, "ama de casa" entrecomillas porque siempre dispuso de personal doméstico y quien sólo conoce el mundo cuando se le hace necesario practicar la caridad fuera de Santiago Oriente. Una protagonista con la vida resuelta hasta el diagnóstico de la afasia, con una infancia y juventud tan faltas de rebeldía, dolores, pasión y problemas que tiene el común de las personas que cuesta mucho empatizar con ella y sintonizar el pulso de sus emociones. Tanto así, que al terminar de contar alguna anécdota de los personajes secundarios el lectorado queda con ganas de más, pero la autora vuelve al personaje principal. 

Un consejo no solicitado que quisiera hacer es averiguar el carácter de la próxima novela a leer ya que, si se viene de una lectura de aventuras, misterios y con un buen ritmo, se hará -probablemente- tedioso bajar la velocidad. Es lo que me ocurrió con esta historia; venía de leer Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez, muy bien escrita, sin párrafos innecesarios, con un ritmo inigualable por lo que al leer Para que no me olvides sentí que me daba tropezones producto de un deficiente manejo en la dosificación de los tiempos narrativos. 



[1] Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación creada para esclarecer los crímenes de violaciones a los derechos humanos cometidos por la dictadura civil y militar chilena entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990.

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