La princesa de hielo (2003) es la primera novela de la escritora
sueca Camilla Läckberg. A través de esta historia, se develan los misterios que
encierra la muerte de Alexandra Wijkner, una bella joven de Fjällbacka cuyo cuerpo es encontrado calato y sin vida en la tina de su casa.
Fjällbacka es una región costurera de Suecia, relativamente aldeana y pequeña en donde sus habitantes se conocen desde pequeños y donde se desarrollan los hechos.
Erica, la protagonista de esta novela descubre el
asesinato de su amiga cuando accidentalmente, al ir caminando por las calles, un
hombre le pide ayuda porque dice haber encontrado el cuerpo de una mujer en el baño de una casa bajo su custodia. Ese hecho, la reencuentra con Patrick, uno
de los detectives que toma el caso Wijkner y sobre el cual ambos desarrollarán
una investigación paralela; ella lo hará de una manera más intuitiva y él de
una manera más técnica.
La princesa de hielo es narrada con técnica y
talento innato, presenta a los personajes cuidadosamente y hace de sus
vivencias una historia en sí misma, pero siempre procurando mantener el diálogo
y la relación Erica y Patrick.
También logra transmitir exitosamente la identidad de los habitantes de la
región de Fjällbacka, exponiendo costumbres y códigos que dan cuenta de ciertos
aspectos transversales en las sociedades occidentales como el resguardo de las
apariencias, el alcoholismo, la violencia intrafamiliar o doméstica, el abuso
sexual y el poder del dinero.
Se deja apreciar cómo la autora logra describir
los contextos y los escenarios con detalle y sin riesgo de agotar al lector. Relacionado
con esto, es posible evidenciar el talento narrativo en su capacidad de
equilibrar voces, de interpretar a los personajes conforme a sus edades,
géneros y vivencias. De pronto, cuando la lectura parece venir en un tono de violencia
in crescendo, Camilla Läckberg logra producir quiebres narrativos poniendo en
la boca o pensamientos de los personajes cierta picardía, ironías o humor. Es
el caso de la oficina de policías, en donde hay un jefe de casos muy presumido
y arrogante frente a un equipo de detectives que son muy distintos entre ellos
tanto en lo profesional como en lo personal lo cual conlleva a choques, bromas y abuso
de poder. Este contexto que podría prejuzgarse de aburrido y gris, toma ritmo y
color a través de la narración porque se aprovecha la oportunidad de enriquecer
el texto con tintes cómicos en una historia cuya carga tiende hacia el drama. Lo
mismo sucede con el aspecto romántico y las relaciones sentimentales de los
personajes; refrescan en el momento exacto en que la historia policial comienza
a desgastarse.
Evidentemente, que el mérito de ello se comparte
entre la traducción de Carmen Montes Cano y la pericia de Camilla Läckberg para
sintonizar finamente aquellos puntos en que la historia debe presentar inflexiones.
Una de las escenas que me quedó grabada en la memoria
es la visita que hace el detective Patrick a una anciana en cuya casa hay
muchas figuras de duendes y que lo atiborra de dulces hasta el riesgo de producirle un coma diabético.
También es meritorio que para ser su primera novela,
Camilla Läckberg logre un desenlace ejemplar de cómo el personaje del detective llega a la
verdad de los hechos con técnica y experiencia; acomodando palabras
y gramática, le sacará la verdad de la boca a la o el asesino de Alexandra
Wijkner, la Princesa de Hielo.
Ya sea por habilidad o por descuido, Camilla
Läckberg deja una historia sin resolver al cierre de la novela, quizás
previendo el éxito del lanzamiento que la llevaría a escribir finalmente una
trilogía denominada Los crímenes de Fjällbacka, en la que probablemente
esté la continuación de una de las historias más oscuras de La princesa de
hielo y que sin duda leeré apenas tenga la oportunidad.
Esta novela está disponible en formato e-book.