Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

martes, 19 de febrero de 2013

Mi mejor amigo

Creo que tendré muy (muy) en cuenta la invitación de por vida que los Rojas Alarcón me hicieron a su familia y casa en Freirina. No sé si la generalización sea adecuada o si el prejuicio positivo de que todos los habitantes del Valle del Huasco son seres muy cálidos sea válido, pero me saco el sombrero ante la amabilidad y generosidad de la gente del mejor de mis amigos, Ignacio. 

Ignacio, es un amigo muy celoso del resto de los otros. Pero es una prerrogativa que sólo le concedo a él por ser un hombre que ha demostrado amistad y lealtad incondicional. Siempre que tenemos la oportunidad de compartir me saca en cara que cómo pude escribirle un poema a Dayán y no a él, ¡pero eso fue hace más de 5 años! (aún se acuerda). Muchas veces se refiere de forma irónica a 'tu amigo Mario, tu amigo Diego, tus nuevos amigos de Santiago', pese a que conoce mi lealtad e incondicionalidad. Nos conocemos desde el 2005 cuando ambos entramos a estudiar al Liceo Católico Atacama a nuestro primero medio. Él era un adolescente tímido, oriundo de Freirina entre meros copiapinos -capitalinos de la región- mientras yo era un adolescente a veces introvertido y otras, extrovertido a quien de todas maneras nadie tomaba en cuenta. Terminando segundo medio Ignacio decidió volver a su casa y terminar sus estudios en Vallenar pese a que todo el curso le rogó para que no lo hiciera, finalmente todos terminamos extrañando a nuestro Frei, Freiri o Freirina. Ignacio se fue y yo sentí mucho la ausencia de aquel único amigo que mi personalidad me permitió hacer, sin desmerecer el cariño que aún tengo por el resto de mis compañeros de curso a pesar de tanto, del espacio y tiempo.

En aquellos años usábamos Messenger para comunicarnos o bien yo iba a alguna casa que tuviera teléfono de red fija y podíamos conversar por horas. No sé bien cuánto tiempo pasó para que nos volviéramos a ver, me imagino que cerca de un año en que me imaginaba cómo estaría, si habría crecido, adelgazado o engordado. Y antes de que yo empezara a olvidar las facciones de este buen amigo (porque jamás actualizaba sus imágenes de avatar en Messenger) apareció Facebook. Cuando me acostumbré a la ausencia de Nacho ya habían pasado algunos meses de que empezara el tercero medio, él se había afianzado en su nuevo curso y fue muy querido en poco tiempo hasta el punto en que participaba en festivales, actos y las chicas se lo peleaban. Le hizo muy bien el cambio, me alegro mucho por él y concuerdo con sus aseveraciones: se fue a tiempo, aprendió todo lo que tenía que aprender, ni un minuto más, ni un minuto menos. Ya no recuerdo bien en qué estaba yo, ni enamorado de quién, por suerte tenía la amistad de María José (mi Pepa) a quien la vida también expulsó de Copiapó en 2008. Terminando aquel año, rendíamos la PSU y los resultados de esa prueba fueron un punto de inflexión para mí: al tiempo en que yo optaba por la burocracia del Estado en Santiago, él volvía a Copiapó para estudiar Pedagogía en Inglés y convertirse en profesor en la Universidad de Atacama. Cuando la Escuela de Gobierno y Gestión Pública se va a paro y puedo venir a pasar esos días a mi casa, nos podemos ver en los almuerzos que preparo para agasajarlo. Mi papá y mamá lo quieren mucho, se lleva muy bien con mis hermanos. Le caigo muy bien a su novia –espero-.

Llegué cerca de las once de la noche a uno de los terminales de buses de Vallenar mientras aguardaba Ignacio mi llegada y partimos hacia el oeste, Freirina. Ya no había tanto olor a chancho, sin embargo, Agrosúper sigue siendo tema de conversación en las familias de la comuna. Era 14 de Febrero y por ello es que fuimos a buscar a sus padres al centro luego de que la municipalidad organizara un espectáculo para los enamorados, junto a ellos nos dirigimos a casa en donde me recibieron con fuerte abrazo y las palabras de siempre: bienvenido, estás en tu casa, puedes hacer lo que quieras, si te da hambre puedes comer de todo mientras nos tomábamos un café e Ignacio calentaba el aliado en el microondas. 

Terminada aquella comida que me arrebató el hambre que sentía, partimos a buscar a su hermana Dhayizka y a sus primas, no las pude conocer la vez anterior. Excelente experiencia sobretodo con su hermana con quien tuvimos a bien congeniar. Imaginen: Ignacio se puso celoso, en las típicas rencillas domésticas de todo hogar me reclamó que no le diera la razón a su hermana. Yo soy tu amigo, ella no. Fuimos a un asado luego en donde conocí a la tía Chata -un amor ella-, me tomé una cerveza mientras conversaba con Fernando, Keila y varios más. Luego llegamos a Huasco para ir a dejar a Dhayizka a una celebración, la discoteca se veía entretenida, pero hacía mucho calor dentro según oí y tocaban música axé. El sueño de las tres de la madrugada impidió quedarme, el bolsillo también.

Al día siguiente nos fuimos a la playa Los Toyos, una comunidad ecológica a pocos kilómetros de Huasco Bajo, agradables temperaturas y hermosas playas. Realmente disfruté mi estadía entre largas conversaciones, trasnoches agradables y el cielo plagado de estrellas que incluso me tomé algunas piscolas. Una vez iniciado el segundo día en la playa -a las dos de la tarde- almorzamos y fuimos a hacer dedo para que nos llevaran a Huasco Bajo y allá tomar micro hasta llegar a Freirina y dar en el gusto a un capricho de mi amigo: ir a buscar las bicicletas y volver en ellas aunque más que complacer a Ignacio, lo hice para hacer ejercicios y encontrar alguna manera de bajar los kilos que me sobran, pero no lo logré, comí mucho. Los automovilistas eran tan amables que incluso si uno los hacía parar y no podían llevarnos se detenían a darnos explicaciones, incluso sin conocernos, finalmente alguien de muy buena voluntad nos llevó de vuelta al paradero. Cerca de 30 kilómetros encima de la bicicleta, con el viento en contra, nos permitieron llegar a destino luego de una hora y media. Llegué a bañarme, aunque sólo unos minutos porque el oleaje era demasiado bravo en Los Toyos y el agua estaba muy fría, eran alrededor de las ocho de la tarde y el sol se despedía rápidamente. Nos esperaba de regreso un Raúl Rojas padre preparando la parrilla para comer sabroso asado. Luego de algunos tragos no supe más de mí, de todas maneras estoy entero y no estoy en Youtube.

Volvimos a Freirina para poder llegar a buena hora al Festival del Velero 2013 en Huasco, el primer día estuvo Mario Guerrero y Manuel García como platos fuertes y se presentaron 12 canciones a la competencia, al día siguiente vimos a la Sonora Barón (lo mejor de la noche en mi opinión), a los Juan Lennon Band -autóctona- y a los autodenominados pop-cebolla: Los Vásquez. Además se presentó Carolina Soto quien conducía el certamen junto a un conductor de la zona. El participante de María Elena ganó la competencia interpretando Dueño de nada de José Luis Rodríguez. Muy buena iniciativa, el público fue en su mayoría muy respetuoso. 

Al día siguiente terminó mi estadía con los Rojas Alarcón, esta vez no estaba 'Champita' como le dicen a Raúl Rojas hijo, ni Benjamín, ni Fernanda. Con mi tío Papo alcancé a compartir apenas una once. Ese día había llegado Jaqueline, novia de Ignacio, por fin la conocí a pesar de vivir en la misma ciudad, muy simpática y atenta. Antes de volver al terminal, Ignacio me llevó a conocer la parcela de su familia que para sorpresa mía tenía una acequia, algo que anhelo desde siempre, tener una acequia en el patio de mi casa. Los membrillos, olivos, damascos, los perros y gatos expelían el revitalizante olor a campo, a tierra, un olor a verano y tradición. Las hojas de los árboles están apestadas le dije a Ignacio, quedan así por el humo que llega desde Guacolda y la CAP, imagínate cómo va a quedar si se aprueba Punta Alcalde en Huasco, me contestó. ¡Qué pena! Después de que la tía Chata nos sirviera helado emprendimos la vuelta a casa por mis maletas y mientras manejaba Ignacio, me indicaba: acá veníamos nosotros a tomarnos los caminos para que no entrara la policía ni los camiones de Agrosúper, hasta que por fin los echamos, en esa casa nos escondíamos cuando venían los carros de Carabineros, mis papás se desilusionaron por completo del gobierno de Piñera pese al apoyo que le han brindado siempre a la derecha, se dieron cuenta de cómo eran las cosas, me comentó. 

Cuando llegué a la casa para despedirme tuve la oportunidad de hablar por teléfono con Benjamín, sobrino de Ignacio a quien conocí en mi anterior visita en donde me catologó como el tío Diego. Hola sobrino, cómo le va, le pregunté para que me contestara con tierna voz que bien y preguntándome que por qué me iba a Copiapó si yo era de Santiago. ¡Aún recuerda donde estudio el adorable niño!, me dijo además la ruta para irme: primero tiene que irse a Vallenar, después a su casa de Copiapó y después de allá se va a Santiago. Me dejaron la invitación abierta con un ven cuando quieras, te esperamos, llámanos cuando estés en Vallenar y te pasamos a buscar. En el terminal esperé al bus cerca de treinta minutos hasta que de repente se me acercó Loreto, ex compañera de la enseñanza básica junto a su hija: nos vinimos en el mismo bus. Y me conversó las dos horas de viaje, sin parar, conversamos y recordamos con risas nuestro paso por la escuela hasta que salimos de octavo básico. Nos acordamos de todos y decíamos: él o ella tiene tantos hijos, en resumidas cuentas, sólo tres o cuatros compañeros aún no somos padres ni madres ni nos hemos casado. ¡Ni lo sueñen! Es que ella es Géminis, por eso es que habla mucho pensé y recordé a mi compañero de viaje Copiapó - Vallenar: no me conocía y me conversó todo el camino, un sureño de casi cuarenta años que me contaba de todo como si fuera mi mejor amigo. Quizás también sea Géminis. 

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