En tu frialdad se emboscaban
Los grandes esclavos moros;
Negros y brillando en oros
De lejos me custodiaban
Y devorantes soñaban
En mí no sé qué tesoros…
Tras el cristal de los lloros
Guardaban y amenazaban
Ritmaban alas angélicas,
Ritmaban manos luzbélicas
Sus dos pantallas extrañas;
Y al yo ,mirarlos por juego
Sus alabardas de fuego
Llegaron a mis entrañas.
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