Más allá del tiempo y del espacio, cuando se abre por segundos la puerta de una dimensión paralela, siento que caminan tus pasos y que vuelve la música de tu sonrisa a mis oídos. Experimento, entonces, la maravilla de tu eternidad y juego con la idea de que me haces compañía, que has vuelto un ratito de la muerte a bromear o a compartir los breves minutos que dura una copa de vino en mis manos. Y sin darme cuenta, de esta dinámica espiritual se cumple un año, que ha pasado tan rápido e intenso como una ráfaga de infortunio.
Como conversamos algún día, para todo existe una primera vez y este año ha sido para tantos una serie de primeras veces duras e inevitables; un primer año nuevo sin saludarnos, un primer cumpleaños sin llamarte, una primera visita al psicólogo y podría seguir. Adaptarse a la ausencia de un hombre cuya energía vital parecía inagotable es hoy el desafío más complejo que nos tocó enfrentar a los que te queremos. Para tu tranquilidad, amigo, hemos hecho lo humanamente posible y de vez en cuando nos juntamos en la casa de tu familia a compartir y a recordarte como si siguieras viviendo, como si de pronto fueras a llegar para beber el último vaso del licor de la esperanza.
Yo te recuerdo mucho, aunque no me he atrevido a escucharte en los mensajes de audio. De vez en cuando me soprendo llorando o más melancólico de lo habitual, peleo fuerte con la rabia, no quiero hablar, me cuesta todo un poco más, incluso socializar. Así no más ha sido esto, incómodo, inaceptable, inevitable, porque quién no querría volver a verte para para despedirnos como si no fuésemos a vernos nunca más.
Amigo, sabe que todas estas palabras nacen de un natural dolor e impotencia y que de todas maneras van aprendiendo a convivir con uno, a congraciarse con nuevos espacios de alegrías; el corazón las ha ido conociendo, las presiente, torpemente trata de prevenirlas, y ha ido aprendiendo que no tiene sentido evitarlas, sólo hay que vivirlas. No hay mucha vuelta que darle... "así no más está la cosa por acá" es lo que te puedo decir usando tus propias palabras, "(a)sí que eso" es lo que puedo comprometer, que cada vez que vea un fuego artificial (legal) brillando en la noche voy a pensar que es un abrazo, que incluso en los momentos oscuros voy a guardar la esperanza de que me vas a seguir acompañando y prometo que cada momento de felicidad y dicha te lo voy a dedicar de corazón para que en la dimensión paralela me respondas con un "Esa es, compañero".
Quisiera saber cómo estás, que hubiera alguna manera de saber que me escuchas, que leas todo esto y que sepas que acá nadie te ha olvidado, que te quiero y te echo de menos, que sé que tarde o temprano nos volveremos a ver y que desde hace un año eres mi amigo para siempre.
Ten paz, Marco Suárez.
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