Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

miércoles, 12 de marzo de 2025

Opinión: Los gritos del pasado por Camilla Läckberg

 


Posterior al éxito de “La princesa de hielo”, la autora sueca Camilla Läckberg lanzó “Los gritos del pasado”, la segunda versión de la saga “Los crímenes de Fjällbacka” durante el año 2004 y traducida al castellano por Carmen Montes Cano en 2008.

Esta vez, el detective Patrick Hedström tendrá que resolver el misterio detrás de la aparición del cuerpo de una mujer en los roqueríos de Kungsklyftan encima de los huesos de otras dos. En las indagatorias, tejerá hilos entre los tres cuerpos encontrados y la historia de la familia Hult, compuesta por una diversidad de personajes que divagan en un amplio espectro entre lo divino y lo material.

Por su parte, Érica tendrá que sobrellevar los contratiempos de su avanzada gravidez tomando un rol secundario que revive sólo para abordar los avances y retrocesos de la historia de su hermana menor Ana enredada aún en relaciones afectivas machistas y posesivas.  

En definitiva, es el pasado un elemento trascendental en esta historia, nada de lo que se conoce en el presente se puede entender sin comprender la arcana génesis de esta novela, la que por cierto tiene detractores que no querrán por motivo alguno que se escarbe más de lo necesario en él. En especial, se oponen a cualquier levantamiento del pretérito los adultos de la familia Hult cuya historia está bañada de estafas, charlatanería y conflictos por poder y cariño.

Los gritos del pasado tiene una narración correcta, sin embargo, no logra encontrar giros relevantes que remezan la estructura de un thriller, se somete al cumplimiento de las reglas sin tomar riesgos. Ya consciente de estar escribiendo una saga, la autora comienza a dosificar el desarrollo de las historias y deja los finales abiertos de Patrick y Érica, cerrando sólo aquellos que tiene relación con el conflicto, cual capítulo de una serie de televisión.  Es una estrategia válida, pero quién sabe si sea la mejor para alentar al lector a abordar una próxima novela con ella.

Por mi parte, seguiré leyéndola –compré la saga completa– ya que hay una cierta garantía de calidad en el relato (sabe Dios cuántos libros malos he tenido que leer este año) y mi relación con Camilla Läckberg ha mutado al mismo nivel de lealtad que tengo con Grey’s Anatomy.

En mi opinión, para asegurar un éxito, la segunda entrega siempre debe ser mejor que una ópera prima salvo que exista entre editoriales y autores un suculento contrato y plazos de entrega que cumplir. Nos reencontramos en algunos meses, Camilla Läckberg.




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