Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

sábado, 28 de octubre de 2023

Opinión: El viento conoce mi nombre por Isabel Allende

                                                            


Hay Isabel Allende[1] para mucho tiempo más y así lo ha demostrado la icónica escritora latinoamericana con el lanzamiento de su novela El viento conoce mi nombre (2023). Una vez más, la autora realiza una entrega bañada de realidad y contingencia teniendo como tema central la separación a causa de la violencia del Estado.

Es del más primitivo instinto que las niñas y niños estén tomados de las manos de sus padres o tutores. Asimismo, el término prematuro de este vínculo protector resulta traumático y deja efectos psicológicos en ocasiones irreversibles. Sin embargo, esta lamentable disociación ha ocurrido y de ello no se ha aprendido lo suficiente, incluso los tomadores de decisiones del mismísimo Estados Unidos han caído en el error y horror de estas prácticas inhumanas. Ocurrió durante el nazismo donde la separación de niños judíos de sus padres era un medio de sobrevivencia y amor[2], ocurrió en la frontera de México y Estados Unidos durante la administración de Donald Trump y aunque no lo crean, el estado sionista de Israel aplica la misma crueldad con las familias palestinas en medio del conflicto en la Franja de Gaza.

Es lo que han atravesado Samuel Adler y Anita Díaz, protagonistas de esta entrega, en tiempos y lugares distintos pero con la misma sensación de abandono y desesperanza. Ambos han sido sacados de cuajo de la vida de sus padres a raíz de la violencia estatal carente de toda empatía y humanidad. Por otro lado, El viento conoce mi nombre tiene un rasgo novedoso y es que una niña toma la palabra de la narración en primera persona, lo que nos hará recordar a Papelucho y su inocencia, su tierna manera de ver la vida y de procesar sus emociones; mientras en las poblaciones más adultas reina la desesperanza y el sentido práctico, en las infancias predomina la esperanza, la fantasía y la capacidad de asombro.

El texto tiene una estructura narrativa dividida en personajes y tiempos que en la segunda mitad de la novela convergerán. Antes de eso, si bien cada historia es autónoma y se puede entender por sí misma, el lector se preguntará por qué se pasa sin más ni más de Viena a Arizona y luego a El Salvador. Hasta allí, cada historia podría parecer un cuento separado de otro, pero la experimentada pluma de Isabel Allende conducirá la narración hacia un punto común en donde todo cobrará sentido.

Si bien los temas y los personajes de Allende tienen puntos en común entre sus novelas, según ella mismo ha comentado, es de su interés escribir sobre el papel de las mujeres en distintos tipos de sociedades, enfrentadas a dilemas económicos y premunidas de un común denominador: la resiliencia. Esta novela no es la excepción, son las mujeres las articuladoras de los pasos frente a la adversidad, las que toman decisiones y buscan soluciones.

Aunque El viento conoce mi nombre no es la novela icónica de Isabel Allende, no decepciona. El talento narrativo está intacto pero la técnica se ve afectada por la rapidez de los hechos narrados, es como si se estuviera oyendo un audio con velocidad 2x, como si hubiera una necesidad externa de narrar en menos de cuatrocientos páginas una novela que por los hechos históricos podría haber aportado más al debate sin caer en el exceso de relleno y personajes planos. Ese es el problema que surge cuando detrás de una historia prevalece más la presión de una editorial que la narración en sí misma; una historia contingente, un título pomposo y por favor, no vayas a ponerte ingeniosa Isabel que más de cuatrocientas hojas encarecen la producción, en fin, porque qué importa el proceso creativo, la emoción y la trascendencia del personaje en un best seller. Muy poco.


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