Lo que alguna vez nos unió hoy no brilla, el
sentimiento diáfano que disparaba mis hormonas al escuchar en mi celular la
notificación de tu mensaje se gastó como ese sueño recurrente en que te tomaba
las manos y ya no tengo. La vida me ha puesto el camino cuesta arriba y tú no
has estado para sostener mis caídas, ni yo te lo he dicho ni tú me has
preguntado.
Simplemente un día ya no estaban las ganas de
escribirte ni de recibir tu llamado. Pero quiero decirte que si la injusticia y
el desamor no me convierten en un monstruo, acá estará mi piel de invierno para
deshelarse en un primer abrazo.
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