Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

domingo, 4 de julio de 2021

Opinión: El Plan Infinito por Isabel Allende

El Plan Infinito (1991) es una novela de la escritora chilena Isabel Allende que a diferencia de la mayoría de sus libros, no se caracteriza por pertenecer al género del realismo mágico, aun cuando dentro del espectro de sus personajes se encuentran algunos ligados al mundo espiritual y esotérico. 

Esta novela narra la vida de Gregory Reeves desde su infancia hasta la adultez, siendo capaz de adentrarse en la historia y psicolgía del personaje con éxito, perfilándolo a raíz de -en un principio- las influencias de terceros y el contexto, y luego, de sus propias decisiones y omisiones. Reeves pertenece a una familia nómade cuyo patriarca, Charles, es un autodenominado doctor en Ciencias Divinas que predica una especie de fe guiada por el Plan Infinito. Pronto, la historia dejará ver los hitos que marcaron la infancia y futuro de Gregory, nos dejará conocer a los personajes que fueron aportando al forjamiento de su personalidad y carácter hasta hacerse un adulto (iba a escribir hombre, pero en el fondo, qué es ser hombre) que hace sus propias decisiones, se enamora, se casa, se divorcia, triunfa y fracasa.

Gregory Reeves es uno de los pocos protagonistas varones en la trayectoria de Isabel Allende, y el primero, en estricto rigor. Se conoce que la escritora se inspiró en la vida de su exesposo William Gordon, y en efecto, al leer sus obras autobiográficas, es posible identificar situaciones y personajes comunes, como su hija, quien sufre de adicción a las drogas, y su afán de buscar causas legales nobles pero imposibles de ganar. 

El texto es relatado de manera fluida y atrapante, con relativo éxito en la interpretación del mundo masculino. También es posible advertir una mezcla de géneros entre novela y cuento, ya que crea subhistorias dentro de la narración que no son del todo determinantes para el desarrollo del relato, lo que despista respecto de la relevancia que se debe dar a ciertos personajes. Por ejemplo, Olga es una nigromante de quien se habla mucho en un principio, pero que se desinfla por completo en la segunda parte de la historia. Se encuentra también una coprotagonista: Carmen Morales, quien conoce a Gregory desde la infancia y practicamente ocupa un rol de amiga y hermana, sin perjuicio de que se desarrolla con más riqueza a partir de los dos últimos tercios de la novela. Con qué objetivo es algo que aún me pregunto pero no critico porque de todas formas su historia es interesante, intensa, tiene transformaciones vitales y va in crescendo hasta que ya no es posible dar marcha atrás y deshacerse del personaje. 

Destaco la riqueza histórica de esta novela, su descripción y contextualización de distintas épocas en la historia de Estados Unidos, previo a la década de 1990, pasando por los hitos socioculturales del hippismo, la eclosión del nacionalismo durante la guerra contra Vietnam, el exitismo y auge de los créditos como política económica y comercial del país norteamericano. 

También descolla la narración de la guerra como un hecho terrible en sí, de los efectos que produce en los soldados que la practican, de las consecuencias en la salud mental de éstos, del estrés postraumático, la culpa, el deshonor, la lealtad y la delgada línea entre la vida y la muerte que de tan cerca bailan en los campos de batalla. 

Un momento interesante de la novela radica en la vida adulta de Gregory, cuando debe hacerse cargo de su segundo hijo pequeño, David, un niño de conducta disruptiva y agresiva. Esto, sumado a otros desperfectos en la vida del protagonista termina por sumergirlo en una crisis de pánico que lo lleva al hospital. Es de cavilar que la falta de preparación de los padres para asumir y ejercer el cuidado personal de sus hijos era una brecha cultural, ya en 1991 y como se trata de una práctica aprendida, no es un misterio concluir que la explotación y subyugación de las mujeres a la maternidad y a la gestión del hogar ha sido una asignación de rol histórica según género. De pronto, sin prejuicios de por medio, Shanon (la madre de David) se rebela contra el peso de la historia y decide vivir una maternidad más ausente y menos asfixiante. ¿Cuántas madres deben soportar el tedio y peso de la crianza de los hijos en silencio y sin acceso a  la más mínima asistencia profesional psicológica?, ¿cuántas se autoconvencen de que semejante esclavitud es un acto de amor cuando en el fondo es abuso?

Si bien es cierto que la estructura del texto y las subhistorias pueden desanimar al lector a mitad de camino, invito a quienes decidan tomar esta lectura, a concluirla, ya que es posible encontrar un desarrollo y mirada notable de ciertos temas que en el año 1991 no era fácil leer en la literatura de masas, descritas con sinceridad y sencillez, pero no con menos profundidad, como son los tópicos de la inmigración, el machismo latinoamericano, la paternidad ausente, la liberación sexual, el abuso sexual infantil, el abuso laboral, la violencia intrafamiliar, el aborto clandestino, el anticomunismo, la guerra, los nacionalismos, la fragilidad de las masculinidades, la drogadicción, el estrés, los matrimonios sin amor, el divorcio, la vanidad y la charlatanería, si es que no me faltan más. 

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