Todo el sentimiento de los días que preceden
rasguña sin fuerzas las tapias marchitas y secas.
Como el sol a los días de invierno se entrega
y las nubes ligeras de las estrellas penden.
Las mañanas enteras que a mi memoria riegan
bajo el silencio de aquel edificio anochecen.
Mis escritos explícitos, son toneladas de peces
que se ahogan si no entran en tu alma de cera.
Mis sueños ya no registran ese paisaje verde
en donde corríamos como dos niños en fiesta.
Reproducen el fastidio de quien soy sin verte.
Eres una noche más de mi lista de amores desierta,
que se acuesta a pensarse, sentirse y se muere.
Otro paso al costado mientras sola se apaga la vela.
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