No tenía planeado ir a visitarlo. Me juntaría con Giselle en mi casa luego de que ella terminara de cuidar a unos niños consumidores del canal de Disney. Habían pasado meses de que no iba a verme. Un evento desagradable sucedió en mi casa y debí correr a avisarle que era mejor que no llegara, que nos juntaramos a conversar en otro lugar. Teníamos poco dinero para ir a comer a un local. Nada que hacer más que conversar hasta que nos diera un hambre real. Le dije: ¿Vamos donde el Nacho? Me respondió: espera, déjame llamarlo. Yo di unas vueltas en su bicicleta cuando de regreso me avisa que Nacho no contesta. "Vamos no más, no creo que se enoje, si ese hombre es bondad pura" me apresuré. Caminamos por Conchalí hasta llegar a la casa de Nacho que había preparado garbanzos a la hora de almuerzo cerca de las cinco de la tarde. Me ofreció los garbanzos más deliciosos que probé en mi vida.
De vuelta a casa entré a Facebook y en mi estado le di las gracias. Miren si no está lleno de bondad este muchacho que me reveló la receta sin más ni más.
Paso dos: aunar todo en una misma olla y dar cocción por diez minutos sin dejar de revolver para evitar que la mezcla se adhiera a la superficie de su continente. Ponga sal a gusto (ojalá que le guste poco, la sal). Disfrute acompañando de ají color.
Días atrás le pedí autorización para compartir la receta en el blog. Me dijo sí, aunque me aclaró que la receta era más bien de su mamá Kela. Me repetí la porción.
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