Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

domingo, 31 de marzo de 2024

Opinión: La contadora de películas de Hernán Rivera Letelier



La pampa salitrera de Chile puede evocar sed, desesperación y espejismos, los nostálgicos de sus incipientes oficinas mineras podrán remembrar los cines y las compañías de teatro que llevaban cultura y distracción al pueblo minero. Así lo dejó escrito Hernán Rivera Letelier, autor insigne y casi dueño del Desierto de Atacama, en La contadora de películas (2009) donde exhibe la relación mágica entre espectadores y películas, y adentra al lector en el pretérito y complejo oficio de contar.

María Margarita, la única mujer de cinco hermanos es designada por su padre para ir al cine a ver las películas y luego contarlas a la familia, tomando luego la expertiz de una juglar al punto de que se transforma en su forma de supervivencia material. La novela va apuntando en paralelo el derrotero de cada miembro de la familia en que todos los hijos llevan nombres con letra eme. También, como es natural en el autor, se lleva todo al plano de la vida en las oficinas salitreras y el desierto.

La historia es prometedora en un comienzo y toma un ritmo tan alto que llega a un final cuando recién se está disfrutando el desarrollo, se deja ver una desidia en la narración, un deseo de terminar con la novela cuanto antes y entregársela a la editorial. Sin duda, que una historia tan rica en su entramado y estructura, no debe quedar con la voz trunca, tijereteada y con tantas páginas en blanco. Incluso, ese vocabulario tan prolífico que se encuentra en La Reina Isabel cantaba rancheras se perdió en esta entrega. Además, presenta al menos dos errores de edición, puesto que una de las páginas se menciona a Mario, aun cuando ese personaje no existe y comete la falta ortográfica de escribir “mi” en vez de “mí”.

Un punto a favor de esta novela es que despierta la conversación acerca del arte de contar, ¿se están preparando a los estudiantes a hablar por sí mismos, a mejorar su comunicación oral, a relatar con el tono que deseen un periodo de su vida tan simple e interesante como por ejemplo, lo que pensaron cuando iban de la casa a la escuela?, ¿qué ventajas y desventajas tienen los celulares en el desarrollo de las habilidades del lenguaje hablado? 

Es de esperar que la adaptación al cine de la novela tenga mayores aciertos y complemente o cierre todo lo que Hernán Rivera Letelier no nos quiso contar. Recomendada para estandaperos e iniciados en oratoria. 

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