Estimado, escribir un blog es una
actividad que conlleva riesgos. Escribir un blog como éste es un peligro
siempre inminente sobretodo porque opté por el camino de la verdad, de ser yo y
no un personaje anónimo que escribe escondido. Elegir escribir o y no a, por
ejemplo. Quiero ser leído y el clisé de transformarse en un bloguero anónimo conocido es de tan mal gusto que no va conmigo. Carrie Bradshaw es ficción.
Los personajes y personas que acá
habitan merecen una cuota de respeto pese a que a veces lo falté de sobremanera
y pido las disculpas por las incomodidades. De todas formas, mientras no me lo
digan expresamente, no me detendré y será esta entrada una más donde corra el
riesgo que conlleva cantar mi libre canción.
Creo que en la vida la eternidad
es efímera, es decir, lo que ayer creí que era para siempre hoy se confirma
como un momento finito más, tal cual es la naturaleza del ser humano. Ayer o mejor
dicho, meses atrás yo me sentía enamorado y no sé bien si lo estaba, pero si me
lo hubiera cuestionado entonces lo habría confirmado sin pensarlo (los enamorados
no piensan mucho las cosas). Eso es sólo una introducción, no pretendo elaborar
una triste perorata para desprestigiar a este sentimiento universal porque reluciría
mi mala suerte y falta de cariño ¡qué triste! Y bueno, ya no te quiero, ni te
estimo, ni te nada, ese estimado que escribí allá arriba es una mera
formalidad; ayer y desde hace bastante
tiempo que leo tu muro de Facebook y no se me revuelve el estómago pensando en
que vas a estar en alguna relación o enviándote corazones con tus amigas y las
amigas de tus amigas, miro tus fotos y siento sueño de ver en todas ellas a las
mismas personas haciendo las mismas cosas, leo los mismos estados celebrando
las mismas fiestas vacías de siempre. Parece que quiero a otro(s) con un poco
más de intensidad que en condiciones de normal salud mental o tal vez he vuelto
a pensar que debería quererme un poco más a mí (es cíclico).
Esto es un final y para ti puede
ser el término de una situación incómoda pero seductora, el fin que esperabas
desde los días de junio del año pasado, y quién sabe si te entristece, a mí ya
no me incumbe saberlo. Tampoco digo que te odie o que ya no me simpatices, es
sólo que ya no voy a seguir fingiendo ni forzando sonrisas y situaciones que
nunca debieron ser, pero a lo hecho, pecho. Esto es un final. Y para mí es un
imperativo moral zanjar este entuerto por la vía que nació junto a mi cobardía
y valentía; el narcisismo me exige que pueda sentirme más libre incluso de mí. Se acabó y como todo
muerto, seremos de a poco un breve recuerdo: las coincidencias, las peleas, los
abrazos, las miradas, los amigos, los mensajes, la fe, los poemas, las
canciones y mi dolor. Todo reductible a un trozo de memoria que desea borrarse
como en el Eterno resplandor de una mente sin recuerdos.
Y como no soy malagradecido,
gracias por ser mi primera libre canción y no aniquilar mis intentos en
ciernes. ¡Suerte!
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