Debes marchar y yo también debiera.
Debes caminar la senda de mi abandono.
Nada pude hacer para que no doliera,
nuestros recuerdos, serán de los pasos, estorbo.
Y sin en las noches como un necio te reclamara
que violas mi voluntad al cruzarte en mis sueños,
ignora estas letras vanas, nietas de mi rabia.
Costeará este error mi alma,
que está como dolíéndome dentro del pecho.
Mas has de saber, te ruego, que no hay gratuidad en la despedida;
ya no tendrás mis poemas, ni a mis labios cantándote el verso,
te serán más grises las mañanas y en tus noches las estrellas brillarán sin vida,
como estoy ahora sin ganas ni dicha, matando a porfía tu nombre y tu beso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario