Ya no te tardes más en llegar. No dilates
innecesariamente que el olor de tus sueños tiña mis almohadas.
Mis cabellos, uno a uno ansían bailar sobre el
calor de tus sábanas y perderse ebrios de sexo y dicha, de estíos, inviernos,
cantos, pasión, dulce y salado.
Mi cuello, mi cabeza, mi nariz no sostiene,
piensa ni huele. Si no me apoyo en ti, si no te aprendo, si no te percibo siento
que nada he conocido, que es convertida mi memoria en un recipiente de datos.
Vivo como una máquina, una función aritmética que se activa con un estímulo que
no abre apetitos. Hasta las plantas gozan más que yo al ver al sol, beber y
florecer.
Esta noche, por ejemplo, pienso que he llenado mi día de
trabajo, de obligaciones y de todo lo que sea necesario para olvidar que no
puedes llegar mientras yo te busque porque en efecto, mientras más te busco,
menos te encuentro. Y si de olvidar hablamos, ayer se borró tu voz de mi mente, hoy será el color de tu piel y mañana quién sabe ¿tu forma de caminar? Lo que sea puede olvidarse, menos lo que me liga a tu historia, a tu identidad y eso es lo terrible, que te convertiste en un recuerdo eterno, a prueba de alzheimer, de amores y excesos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario