Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

domingo, 26 de abril de 2020

Opinión: Fatamorgana de amor con banda de música de Hernán Rivera Letelier


Cabe indicar que fatamorgana no es un nombre, sino un vocablo cuyo significado es espejismo. De eso se trata esta historia, la fatamorgana de una novela entretenida y consistente. Ambientada en el Desierto de Atacama durante el apogeo del salitre, la novela nos informa de cómo la bella protagonista, Golondrina del Rosario, encuentra casi por coincidencia al amor de su vida –Bello Sandalio- en una banda de música que se formó a la luz del alcohol, parranda y prostíbulos en las cantinas y tabernas donde los obreros de salitre pasaban a desahogarse de la explotación capitalista llevada a crueles niveles pero no menos reales.

La historia está provista de mucho vocabulario y también de muchos pasajes que no se relacionan con su desarrollo, aun cuando guardan una relación indirecta. Hay párrafos enteros describiendo a personajes e historias de personajes que no son en absoluto determinantes con el paso fugaz de Carlos Ibáñez del Campo por Pampa Unión y los hechos -que a su alrededor- son el clímax de la novela. Para llegar a este pico, debemos enterarnos de la vida de los miembros de la banda de música, todas respetables pero irrelevantes salvo para hacernos entender las condiciones laborales miserables de los unioninos. Éstas van acentuando la conducta ácrata del padre de Golondrina, un viudo que hará lo que esté a su alcance para tomar por sus manos la justicia frente a las persecuciones homofóbicas, anticomunistas  e infundadas de Carlos Ibáñez del Campo.

Muy interesante el relieve que se da a los músicos de las pampas, pero enfocarse en cada miembro de la banda fue un error. Se podría haber destacado a uno, como Bello Sandalio y a alguno de sus amigos, ahondar en esa amistad, levantar más personajes, más vida, menos desierto.

En esta fatamorgana, me pierdo entre el protagonismo de una pareja, el de ésta por separado o el de la banda de música. Me quedé esperando un equilibrio frente a una narración muy masculina, para hombres y el papel de las mujeres relegado a la educación, la delicadeza del piano o en el otro extremo, el de la rudeza de los prostíbulos y la explotación sexual. Consciente de las diferencias entre mujeres y hombres en un tiempo u otro, creo que la incorporación de una matriarca fuerte a la fatamorgana hubiera provisionado balance a tanta erección, paisita. El desenlace tiene toda la acción y emoción que antes se ausenta: espejismo y determinación en menos de diez páginas.

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