
Mas, si lo comparamos con el
actual desempeño del Ministro del Interior, Jorge Burgos, Rodrigo gana por
lejos. Porque a la hora de los datos duros, los ciudadanos acabamos de
enterarnos que casi la mitad de los proyectos de ley cuya completa tramitación
fue dispuesta por la Presidenta para una fecha tope de 31 de enero, se
postergarán para marzo, para dos meses más porque el supuesto ministro del
orden, el de las canas y alabado por Tomás Mosciatti, Fernando Villegas y
Sergio Melnick no ha podido poner orden en las bancadas y ni alinear a los
partidos de la Nueva Mayoría. Parece que lo de la Democracia Cristiana es
crónico: propensión a berrinches infantiles. Ya lo vimos con la fracasada
renuncia al cargo cuando a la Presidenta de la República se le olvidó pedir
permiso a Burgos para viajar a La Araucanía (¡vaya cosa!) o cuando el Partido
Comunista tuvo la digna idea de solicitar la inadmisibilidad de la Ley de Pesca,
la Democracia Cristiana se tiró al suelo a llorar por la gobernabilidad y el
Estado de Derecho.
Lo extrañamos Ministro
Peñailillo, estamos frente a una Reforma Laboral tibia, a un gabinete político
sin convicción, a parlamentarios leales a la vieja guardia y que desconocen el
compromiso empeñado frente a la Presidenta de la República y al pueblo chileno.
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