Me levanté tarde, cerca de las 12 del día. Ayer sábado trabajé y necesitaba descansar lo suficiente para reponer las energías de seis días de trabajo. Debía lavar mi ropa de trabajo y el día acompañaba para que se secara pronto. Tomé desayuno antes de bañarme (nunca lo hago) pero al ser domingo excepcional no me importó. Pablo llamó a la puerta de la casa y me regaló dos empanadas de pino, me aventuré sólo con una. Me bañé, me vestí, salí a monitorear el crecimiento de mis plantas, le di comida a mis gatas, les tomé fotos, las subí a las redes sociales, colgué la ropa y fui al supermercado a comprar postre y una ensalada para el almuerzo donde mi tía Sylvia.
Cuando llegué al almuerzo, pensé que ya estarían almorzando, pero sólo estaba la mesa puesta. Ayudé, preparé una ensalada, puse los vasos, llegó Millaray con Salvador y Ayalén. Almorzamos y nos servimos el postre. Todo muy lindo, muy caluroso pero eché de menos a Leandro. Su madre aún no me responde el mensaje de Whatsapp donde le solicito que me envíe una foto de él. Es verdad que está en una etapa de rabietas y mal comportamiento, pero yo lo entiendo, es un niño y es imposible ver maldad en sus acciones. Lo extraño, espero que vuelva pronto y que podamos volver a jugar (y no lo digo porque no juguemos desde hace mucho tiempo, sino porque su necesidad de estar siempre al lado de Gabriela ya se le ha hecho un hábito, su madre es su mundo ya nadie más existe para él).
Luego de almorzar pasamos al living a conversar acerca de las plantas, libros en mano, mirando folletos y catálogos de plantas y flores. Salvador dormía plácidamente, ni siquiera tiene un mes y ya es un hombrecito adorable, no es llorón y lo que más amo de él es que no soporta estar sucio y cuando pasa mucho tiempo sin que cambien sus pañales se inquieta y llora, Es Virgo y se entiende, entonces. Después de tomar un té para agilizar el engullido de la comida, salí al patio a hacer un poco de orden, a botar basura y limpiar un espacio estrecho por el cual no podían transitar las energías, ni los gatos, ni uno. Quedó un poco mejor pero falta mucho, yo creo que es una misión imposible. El mal de Diógenes es terrible.
Luego tomamos el té, conversamos como siempre y finalizado aquello, fuimos a conversar más y más con mi tía Sylvia acerca de cualquier cosa. Nunca nos falta tema. Eso es bueno. Me fui. Tomé colectivo. Vi a Alexis desde el colectivo, él no a mí. Llegué a mi casa a regar, cocinar algo rápido, ver qué tan secos estaban los pantalones y a darme cuenta de que el tiempo es demasiado cruel y no perdona. Me faltan horas y mi voluntad no es suficiente, nunca, para que pueda dormirme temprano.
A descansar, previo Padre Nuestro, Dios te salve, Ángel de la Guarda, el Credo y la señal de la Santa Cruz. Leandro, te amo.
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