Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

domingo, 10 de junio de 2012

Matías en mi cabeza, un sábado frío y Ámsterdam

Fue un día frío que comenzó y terminó con Matías en mi cabeza. Nueve de la mañana y en pie. No sentí el frío hasta que salí del departamento. Como en los ni tan viejos tiempos, supondré que esta es otra sesión de chat con un viejo amigo en que me decía te leo, te leo y yo escribía como si nunca hubiera hablado con alguien. Siempre me agradaron los halagos de mi viejo amigo. No diré que no sé qué pasó porque supongo muchas hipótesis. Mientras vas a fumar un cigarro al balcón o hablas por celular, dejaré esta entrada pensando que en media hora vendrás a leer para decirme de mis talentos en la escritura. Pues bien viejo amigo, fue un día frío que comenzó y terminó con Matías en mi cabeza. Nueve de la mañana y en pie. No sentí el frío hasta que salí del departamento camino a los Trabajos Voluntarios, ¿volviste? No. Sabía que no vendrías aún, ¿no te da frío en el balcón? 

Parecía un día parisino o londinense aseguré hacia a mis adentros que me respondieron con una risotada ser un siútico, si nunca había ido unos kilómetros más allá de Santiago, pero hacía frío y el panorama era deprimente. Ni una gota de sol, niebla y viento helado. Esta vez no puse la música fuerte ni fui a hacer una fila para esperar la micro porque ya no vivo en Recoleta. Pero sí canté y no me importaron mucho los santiaguinos con sus caras de vergüenza ajena. Como dicen tantos y tantas, "me da lo mismo, no me conocen". No se van a acordar  en dos minutos de mi voz desafinada, de un veinteañero calvo con necesidad de norte. A los feos se nos olvida rápido. Sí, ya basta de halagos, me declaro feo sin suerte y el que diga que no que me dé un beso. 

Ámsterdam de Coldplay es la canción que oigo ahora y la que iba sonando camino al Metro. No sé bien lo que dice, pero nada alegre puede esperarse de los británicos con sus calles pletóricas de niebla y frío los trescientos sesenta y cinco días del año, simplemente me deprimió un poco más y marcó mi introversión por este día entero. Matías. Debes saber quién es Matías, pero no por qué estuvo en mi cabeza el día entero y la noche que empezó antes de las seis de la tarde. Aunque en el Metro no hacía frío, sino más bien había un clima cálido y abrigado, quedé introvertido por el resto de la jornada. Los niños de Trabajos Voluntarios tardaron como siempre en llegar, si yo fuera ellos, en un día como el que pasó, simplemente me habría quedado viendo los Power Rangers o Tronia ¿eso es lo que ven ahora?, pero están bien. Celebramos el cumpleaños de Ayleen, limpiamos el estante y lo ordenamos, casi me congelé por tener que dejar la puerta abierta para que los niños supieran que los tíos estábamos dando las clases. La actividad fue bonita, me gustó. Aunque reconozco que he pensado dar un paso al costado en el voluntariado por motivos que denominaré "personales" mas los abrazos de los niños, sus sonrisas, sus realidades, sus ganas de aprender y crecer no me dejan, llego de vuelta al departamento extenuado pero con una sonrisa en la cara cuando Felipe me pregunta cómo nos fue en los trabajos y le digo que bien mientras como hoy, hago algo de fideos con algo de algo, almuerzo y me baja un sueño imperante al que no obedezco porque veo los capítulos de la segunda temporada de Dr. House que no he visto nunca, quedan pocos de esos, en dos semanas no sé que haré, tal vez esté con Matías. Luego escribí el blog del voluntariado, puse ropa a lavar y el sueño desapareció hasta la alta hora de la madrugada que hace ya. 

Estoy bien, sobreviviendo a estos fríos glaciares en que los huesos de mis pies sufren un dolor que quema. Recién hubo un partido entre Venezuela y Chile, me preocupa el nivel de nacionalismo que surge en esos momentos, me imagino que imaginas que no lo vi. Es raro que la gente tenga que ir a comprar para ver un partido de fútbol, que se enferme de los nervios, que sufra como si estuviera en un examen de grado, que salga a celebrar un triunfo ajeno. Me dirán amargado como me dices a veces y reconozco que no soy el hombre más dulce dentro de este país, pero las pasiones están dominando a las personas más que su raciocinio y eso me preocupa. Se comportan bajo la lógica de una guerra y el nacionalismo chauvinista está en aumento en estos días.

¿Te conté que fui a la feria? Está entre Avenida Brasil y Avenida Ricardo Cumming a lo largo de calle Martínez de Rozas. La palta estaba baratísima, mil pesos el kilo en la mayoría de los puestos, pero esta vez no quise comprar, en el otoño pierde el sabor por lo que preferí comprar huevos y me arriesgué ante la oferta de 15 huevos en mil pesos. Una vez compré la misma oferta y me encontré con cinco huevos hueros. Pero qué importa ya, Matías estaba en mi cabeza, a pesar del frío y a pesar del amor. Siempre me gustó el nombre Matías, de pequeño me preguntaba por qué no me llamé así y por qué no era Sagitario en vez de Leo. Desde ayer que Matías viene en mi cabeza y no sé si podrá salir, quizá no alcance a darme cuenta de si salió, pero ahora lo está y no debe salir. Yo sé que él me ama, es por eso tal vez que te siento en su sala. 

Este ha sido mi día viejo amigo. Espero que te encuentres bien, abrígate y deja de fumar. Me iré a dormir pues nunca llegó el halago ni el "te leo, te leo". No creo que vuelvas porque se cortó la luz. 

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