Versos

"Yo no protesto pormigo porque soy muy poca cosa, reclamo porque a la fosa van las penas del mendigo. A Dios pongo por testigo de que no me deje mentir, no hace falta salir un metro fuera de la casa para ver lo que aquí nos pasa y el dolor que es el vivir." (Violeta Parra en Décimas, autobiografía en versos)

domingo, 20 de mayo de 2012

Despertar en la pieza de Copiapó

Caminando por los cerros, las piedras, la tierra, el polvo, el calor que atravesaba el cielo sin nube alguna. Hacia abajo se veía la ciudad, el conjunto de casas bañadas en polvareda y ausente de lluvia. Ni los árboles se salvaban de este aspecto de sequía. Siempre acompañado de un perro y de alguno de mis hermanos. Seguí hacia los recovecos inhabitados y soplados de los cerros que incluso se podía gritar y escuchar la reproducción del eco por treinta segundos, por lo opaco era fácil advertir las seis de la tarde, caminé tanto que incluso pasé el lugar favorito de los suicidas que a una mina abandonada van a dar cumplimiento a su último fin. 

Repentinamente, distinguí un riachuelo que al seguirlo me llevó a algo que en la realidad no existe, un lago de aguas color turquesa en que encontré a varias personas conocidas, algunos se bañaban y yo me abstuve al descubrir que el color turquesa venía de una llave que al abrirla chorreaba un mineral que al contacto con líquido liberaba la solución que teñía el lago.

Más allá de la precaución que tomé, el hecho me parecía bien. Aparecería una nueva flora y fauna en ese lugar que ni siquiera las lagartijas habitaban. Por último nacía una fuente que nos ayudara a nivelar el calor sofocante de nuestra zona. De seguro las lluvias volverían y el lago sería el recurso de nuevas historias, un nuevo sello distintivo, nuevas leyendas y el inicio de otra etapa para Copiapó. La fuente hídrica nacía de las profundidades de la tierra, a nadie le importaba mucho cómo, pero se bañaban disfrutando de este nueva piscina pública, libre y del pueblo. Cuando comprendí eso, entonces quise llamar a mi tío Luis, hombre de grandes virtudes y defensor de las causas de los pueblos sin voz ni conocimiento. Pero no andaba trayendo el celular y tenía que bajar el cerro (lugar que cobijó las aventuras y juegos de mi infancia), en cuyo descenso vi a mis amigos, a mis ideas y proyectos de niño: el cementerio de animales, la base, la veterinaria, la escuela que enseñaba a leer a mi hermano menor y sus amigos, mi casa en el cerro, la pandilla enemiga, mis intentos de ir a pasar la noche al cerro siempre frustrada por mis padres, la guardia municipal, los volantines, los carritos con rodamientos, los niños jugando con las poroteras y las armas de palo en forma de T con un elástico y una traba, los cartuchos, mis mascotas y tantas otras cosas que en esta redacción no hacen más que emocionarme el alma de poeta viejo que Dios me dio o que la vida me forjó. 

De vuelta en casa me dirigí a buscar el celular y a llamar a mi tío Luis para que evitáramos que el gobierno o los privados se adueñaran del descubrimiento de los vecinos, de personas naturales que no tenían otra forma de indicar que esa era su propiedad más que por haberlas encontrado primero. Al mirar por la ventana las y los copiapinos subían en masa a bañarse al cerro aunque fueran ya las ocho de la noche. Tenía ya sueño y me puse a buscar el celular debajo de las sábanas. Lo encontré y marqué a mi tío (que ojalá estuviera en Copiapó) y lo único que sonaba era el tono que esperaba escuchar al otro lado del teléfono su voz. No me contestaba por más que lo llamé, y mientras esperé que me devolviera el llamado me quedé dormido de manera profunda, casi irreversible para volver al menos a tal escenario. 

Cuando desperté ya no estaba en la misma pieza, casa ni ciudad. Sólo conservé la nostalgia que caracteriza este relato y las ganas de volver a la tierra en que crecí, de volver a correr y mirar los cerros copiapinos. Estaba lejos, con personas de estilos de vida distinto y otras tareas que cumplir. Ya han vuelto los tiempos en que mi cuerpo recuerda a donde pertenece y sólo quiere volver a despertar en la pieza de Copiapó.

domingo, 6 de mayo de 2012

Himno Cotidiano por Gabriela Mistral

Este último tiempo no le he dado espacio suficiente a mi propiedad intelectual ni a mi creatividad. Sólo un poema predecible fue lo último realmente artístico a lo que di vida. Es de admirar a los escritores que trabajan con editoriales y producen literatura por obligaciones contractuales, aún sin estar inspirados/as. Yo no podría producir por obligación ni por cumplir. 

Pues bien, como pueden prever por lo que he dicho y el título de la entrada, lo que leerán a continuación es una creación de Gabriela Mistral, la Premio Nobel de Literatura chilena que se ha venido a configurar como una de mis grandes inspiradoras junto con Violeta Parra. El poema lo aprendí de memoria en séptimo básico por una calificación y por ser tan niño, relativamente al alcance de varias comodidades, no entendí muy bien qué era el esfuerzo que se relata en la obra; a lo más asumí que era levantarse temprano para llegar a la escuela. Junto al paso de los años he ido aprendiendo lo que significa el esfuerzo y el mensaje entregado. Himno Cotidiano es la invitación a amar lo que hacemos, a trabajar con tesón y convicción y a no darse por vencido/a ante los obstáculos y  a ser agradecidos/as de Dios/a.

En este nuevo día 
que me concedes ¡Oh Señor!
dame mi parte de alegría
y haz que consiga ser mejor.

Dame Tú el don de la salud,
la fe, el ardor, la intrepidez,
séquito de la juventud;
y la cosecha de verdad,
la reflexión, la sensatez,
séquito de la ancianidad.

Dichoso yo si, al fin del día,
un odio menos llevo en mí;
si una luz más mis pasos guía
y si un error más yo extinguí.

Y si por la rudeza mía 
nadie sus lágrimas vertió,
y si alguien tuvo la alegría 
que mi ternura le ofreció.

Que cada tumbo en el sendero
me vaya haciendo conocer
cada pedrusco traicionero
que mi ojo ruin no supo ver.

Y más potente me incorporé,
sin protestar, sin blasfemar.
Y mi ilusión la senda dore,
y mi ilusión me la haga amar.

Que dé la suma de bondad
de actividades y de amor
que a cada ser manda dar;
suma de esencias a la flor
y de albas nubes a la mar.

Y que por fin, mi siglo engreído 
en su grandeza material,
no me deslumbre hasta el olvido
de que soy barro y soy mortal.

Ame a los seres este día;
 a todo trance halle la luz,
ame mi gozo y mi agonía:
¡ame la prueba de mi cruz!

miércoles, 2 de mayo de 2012

Argentina: el llamado a la reivindicación latinoamericana

Esta entrada la quería escribir desde hace un tiempo, desde que al son de la noticia me surgió la inquietud acerca de si un nuevo hito internacional estaba naciendo y marcando un necesario -a mí parecer- punto de inflexión en América Latina. Debido a la vejez relativa de la información temo que esta opinión se interprete anacrónica, pero no fuera de contexto. No la he cambiado en ninguno de sus aspectos.

En menos de seis meses el gobierno argentino se enfrentó cara a cara con dos naciones europeas. Por una parte, reivindicó como legítimas las pretensiones de su estado para con la recuperación de las Islas Malvinas. En su estilo peronista suscitó la atención de los medios argentinos e internacionales, el tono de voz en las cadenas televisivas y radiales de la presidenta Fernández que mostraba un arrojo de imitar y una decisión a recuperar las islas en el corto plazo (en este periodo presidencial). De a poco y no consiguiendo muchas respuestas de David Cameron se le fue bajando el tono al conflicto. 

Pero el gobierno argentino no se quedó con eso, fue por más y concretamente. Hace casi un mes anunció la expropiación y postrera nacionalización de la petrolera YPF cuya gerencia y propiedad pertenecía, entonces, a una empresa española. Fernández consiguió el apoyo unánime del Congreso argentino y la nacionalización del 50,01% del petróleo ya es casi un hecho.

Más allá de las repercusiones de estos anuncios y las enérgicas respuestas del gobierno español (más amenazas que otra cosa), la reflexión que me cabe hacer es que visualizo a una Argentina dando el paso que nadie en la región ha querido dar. El paso que marca el fin de tanta obediencia al Consenso de Washington y que busca reposicionar a América Latina como un continente de países autónomos y descolonizados. Al menos, se puede entrever que Argentina esta vez no tomó una decisión con un análisis somero, sino que al contrario, tanteó el terreno del adversario y lo halló frágil, dominable, blando. En todo caso, el mundo entero lo pudo ver; la crisis de crisis económicas que azota a Europa no deja a alguno de sus países en pie de dar una batalla por dos frentes y con una balcanización tal que hay más recelo que confianza, más que temer que aliados. Ni Estados Unidos respaldó a España más de un día. Y cabe hacer la señalización pertinente de por qué este conflicto entre un Estado y una empresa extranjera se lleva a niveles de conflictos entre Estados. Esto puesto que el Estado de España tomó a título "personal" este, para ellos, desafío que Argentina vino a plantearles. Si ya los españoles estaban recortando el gasto público para reducir el déficit fiscal, dejar de recibir ingresos por impuestos a Repsol en YPF les resulta un ataque cada vez más cerca del Talón de Aquiles, un golpe a su estrategia cuyo planificador no tuvo la capacidad de avistar. Sin embargo, Argentina no dará pie atrás en sus actos y esto es algo que podría decir hasta científicamente en términos predictivos. 

Culturalmente, los argentinos se creen el cuento y aman a sus líderes peronistas (basta con leer los tweets de la presidenta Cristina). Puede que administrando estos nuevos recursos no lo hagan con la misma eficiencia ni gerencialismo que una empresa privada, pero ya el paso dado demuestra que están dispuestos a  asumir los costos y sacar su nación adelante con trabajo argentino, con su propia creación de valor. El pie que estaba pisando a Argentina perdió fuerza, comenzó a cojear y ésta se estabilizó, creció para ponerse de pie y ver frente a frente a su antiguo dominador y colonizador, quizá desde más arriba. 

Lamentablemente, el gobierno que me administra decidió dar la espalda a su vecino en momentos que necesita apoyo efectivo. El gobierno chileno no encontró decisión mejor que seguir con una política egoísta prefiriendo conflicto por sobre cooperación; pero como he manifestado antes, es un gobierno de derecha democráticamente electo y no podemos pedirle que actúe como de izquierda. El presidente colombiano por su país aseguró que en Colombia ningún gobierno iba a expropiar a las empresas, que fueran a invertir en paz, que siguen conformes con ingresos por impuesto que ingresos por utilidades de empresas públicas. Ciertamente en estos dos gobiernos no han advertido el mensaje que Argentina está transmitiendo a la región o no se están defendiendo los recursos nacionales para los nacionales.  No es el caso de Bolivia que el día de ayer anunciara la expropiación a una empresa española (otra vez) de electricidad para luego nacionalizar el bien. 

Quiero ser claro en mi opinión. Si existen Estados que no se han parado del piso en que los dejó el colonizador puede ser por dos motivos incluyentes: o les gusta estar en el piso, o bien les gusta mirar  de frente a su colonizador.